Capítulo XXIII

43 8 8
                                    


Catherine Smith

— ¿Qué? — Pregunté confundida — ¿Puedes repetir lo que acabas de decir?

La voz de Bastián sonó molesta cuando me respondió — No.

— Que amargado eres — Dije con tono irritado — Si, si quiero.

— Perfecto. Pasaré por ti a las ocho — Dijo él desde el otro lado de la llamada antes de colgar.

— Idiota, ni siquiera se dignó en despedirse — Exclamé molesta.

"Tu nunca te despides, eres tan amargada como él". Dijo una voz dentro de mi cabeza, perfecto, ahora, a parte del amargado de Bastián, también tengo que soportar esa fastidiosa vocecita.

Esta "fastidiosa vocecita", es tu voz, genio.

Como sea, el ahora presente y molesto sonido dentro de mi cabeza no es tan importante como para distraerme de lo que estaba pasando en este momento... ¡Bastián acaba de invitarme a salir! 

No explicó exactamente lo que quería hacer, solamente me llamó y me dijo "¿Quieres salir esta noche?", sacándome completamente de mi zona de confort, no suelen invitarme a salir demasiados chicos, solamente Leo, pero él es un amigo, no cuenta.

¿Qué debería ponerme? ¡Ni siquiera se que es lo que vamos a hacer! Maldito Bastián, nunca puede explicarlo todo por completo, siempre tiene que ser él quien tiene todo planeado.

Relájate, todavía faltan cinco horas antes de que sean las ocho. 

Tengo razón...

Lo sé.

... Tengo suficiente tiempo para pensar en eso más tarde, por ahora, necesito saber donde está Leo, Cano está buscándolo quien sabe por qué motivo y, aunque sé que él no ha hecho nada malo, es mejor advertirle que debería andar con cuidado los próximos días, solo para estar seguros.

Me acosté en mi cama y me quedé viendo el techo de mi habitación, pensando... en realidad, recordando. Recordando todo lo que pasó el primer mes que me mudé a Giant Hills con mi familia, todo era tan distinto: Mis padres todavía vivían con Amanda y conmigo, la oportunidad de abrir una de sus cafeterías en España no había aparecido aún, Amanda seguía estudiando y yo tan solo tenía siete años, ni siquiera entendí por qué nos habíamos ido de Florida.

Leo fue la primera persona en hablarme. El día que llegamos a nuestra nueva casa, estaba ayudando a desempacar nuestras cosas cuando escuché como la campana de una bicicleta sonaba a mis espaldas, me volteé y me encontré a un niño sobre una linda bicicleta de color rojo brillante, con sus rueditas de entrenamiento. El niño tenía el cabello negro desordenado y unos grandes ojos azules.

— ¿Utedes son los nuevos decinos? — Preguntó el niño.

— Sí — Respondí, penosa.

Nunca entenderé el por qué, pero Leo metió su mano en el bolsillo de su short y me extendió un caramelo de fresa.

Doma, son mis favoritos, dienvenida — Dijo con una sonrisa.

Y así fue, con un caramelo de fresa fue que conocí a mi primer y al mejor amigo que he tenido aquí en Giant Hills.

Pocos años después, ocurrió el desastre del zoológico. Los padres de Leo eran los encargados y dueños de un zoológico a las afueras del pueblo. Leo adoraba ese lugar, amaba estar con los animales, cuidarlos y alimentar a los que tenía permitido cuidar. Pero un día, un horrible accidente pasó.

Caminos Cruzados (Saga Pecados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora