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"Hola, madre.

Ya he perdido la cuenta de los días que llevo aquí, pero si de algo estoy muy consciente es de que cada día que pasa no dejo de pensar en tí, y el remordimiento me gana al pensar que te he dejado sola.

Espero esté cumpliendo su palabra y te atiendan como mereces en el lugar en el que te encuentras ahora mismo, pues me rompería el corazón saber que también estás siendo maltratada.

Te diría que estoy bien, pero la realidad es que no es así. Cada día pienso en una forma de escapar, pero al ya no poder hacerlo de forma física, mis escapes se reducen al suicidio, y creeme que me pone pésima pensar en ello, pero es que ya no puedo más.

Eres la única fuente de vida que me queda.

No sé dónde estoy, no puedo salir de aquí, y aunque económicamente no me falta nada, me siento tan vacía...

Quiero matarlo, madre.

Perdóname por todo. Espero que si logro salir de aquí, no sea demasiado tarde, y pueda volver a verte una vez más, pues si no lo logro, nunca me lo perdonaré.

Agradezco tanto haberme encontrado aquel hombre la última vez que pude salir de aquí a escondidas, cuando las cámaras por todos lados no me atormentaban, pues así pude encontrar este medio, antiguo pero efectivo. Espero leas mi carta y puedas entenderme.

Hasta luego.

Te ama: Wendy."

La rubia enrolló la carta y se acercó hasta la ventana, donde el medio de comunicación la esperaba para poder dejar la carta a su destinatario.

Tomó un hilo y lo ató a la pata de la paloma mensajera, aquella que le compró a un hombre que las entrenaba en el pueblito cercano a la casa, siendo así su paradero a aquella habitación de hospital donde su madre se encontraba.

A veces recibía respuestas, y eso la motivaba a seguir escribiendo.

Empujó a la paloma de la ventana y no tardó en emprender su vuelo, llevándose consigo una parte del alma de la rubia.

Y de nuevo lloró luego de ver cómo la paloma desaparecía en el cielo de tan alejada que ya iba. Deseaba ser ella, y nunca se imaginó que desearía ser un animal, pero la libertad parecía una virtud tan lejana que cualquier cosa que la tuviera le provocaba celos.

~✨~

Dos semanas. Habían pasado dos semanas desde la última vez que vio a Jimin, y su corazón se seguía sintiendo igual de extraño.

-Ya come. -Hoseok habló mientras se sentaba frente al castaño para comenzar a comer.

-Lo siento, supongo que he estado muy distraído ¿No?

-Así es. Déjame adivinar... ¿Jimin?

-Creo que sí...

-Amigo, creo que necesitas despejarte, y te tengo una sorpresa perfecta para la ocasión.

-¿Sorpresa?

Hoseok sonrió y se levantó de la silla para caminar hacia la sala donde se encontraba su mochila. Jungkook todo el tiempo le siguió con la mirada hasta que el tatuador se sentó frente a Jungkook de nuevo y le mostró dos boletos de autobús.

-¿Y eso?

-Tómalos. -Dijo Hoseok extendiéndoselos.

Jungkook tomó los boletos y agrandó los ojos en cuanto vió la ciudad de destino.

Porque odio a los príncipes. [JJK + PJM] Jikookmin✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora