Desde hace unos diez minutos lo único que miraba era el blanco techo, pero estaba aburrido, así que intentó buscar sueño de nuevo, como por séptima vez en esa noche. Cerró los ojos, alejando cualquier pensamiento que lo distraiga y poder relajarse, fueron cinco largos y desesperantes minutos, pero su paciencia se rompió cuando su pancita rugió por alimento, y por mas que trato de ignorar los antojos a esa hora de la mañana le fue imposible, miró a su derecha y casi envidiaba lo bien que dormía Kei, su pecho subía y baja pausadamente. Tsukishima estaba tan cansado, y él no quería molestarlo.
Desde que se convirtió en dueño donde ejercía, el trabajo de Tsukishima se multiplicó, añadiendo el hecho de ir al entrenamiento de los Sendais Frogs, y estar al pendiente del estado de Hinata, todo ello en conjunto hicieron que en los últimos dos meses el menor se mostrara irritado a cualquier hora del día y con cualquier persona; exceptuando de manera obvia a Shoyo. Aunque el pelinaranja le acompañará al museo para poder ayudarle un poco; y no morir del aburrimiento en su hogar, el rubio no le dejaba realizar la mayoría de actividades por estar ya en su séptimo mes de gestación.
Alfa sobreprotector pensó sonriente el mayor, pues no le molestaba, él sabía lo mucho que se preocupaba Kei por él y su cachorro, aunque había ocasiones que se pasaba, y tenía que hacerle un pare.
Sin embargo, su sonrisa se disipó a los segundos, en verdad tenía hambre, y lo único que ahora se le antojaba era torta de chocolate, pero el último trozo se lo había acabado hoy en la mañana, y si salía a esas horas de la mañana, Kei de seguro le iba a regañar.
Y cuando Kei le regaña él llora.
Detestaba esa etapa del embarazo, era muy sensible hasta con cosas sin importancia. Aunque lo gracioso era, que a pesar de estar "molesto"; con ello su ceño fruncido; al notar las primeras lágrimas que se asomaban en las esquinas de los ojos de Hinata, el rubio mismo las limpiaba y le susurraba un Lo siento.
Volviendo al tema, tampoco quería despertar a su esposo, entonces no sabía qué hacer.
Y debido a la frustración, las lágrimas ya comenzaban a salir de sus ojitos marrones, y a soltar levemente hipidos que trató de amortiguar con el dorso de su mano, nuevamente dirigió su mirada hacia su derecha para comprobar si había despertado al menor, felizmente él seguía durmiendo tranquilamente, agradeció que, cuando Kei estaba cansado su sueño era pesado, pues de no ser así ya se hubiera levantado.
Shoyo se decidió a ir en busca de su torta de chocolate, no iba a despertar a su esposo luego de notar lo cansado que venía últimamente, y, si iba rápido y volvía en el auto podía tardar no menos de treinta minutos, es así como con sumo cuidado y de manera lenta giro 90° a su izquierda para posar sus pies en el suelo alfombrado, y poder levantarse pausadamente de la cama matrimonial, su cuerpo se paralizó al sentir movimiento en la cama, el rubio había cambiado de posición y ahora estaba recostado en su brazo izquierdo dando ligeras palmaditas donde antes estaba echado; buscando su cuerpo, entró en pánico, si Tsukishima no lo sentía en menos de 1 minuto iba ir en busca de él.
Nervioso, y mordiendo ligeramente su labio inferior, le alcanzó el gran dinosaurio de felpa que le pertenecía, y que mantenía su olor, para tratar de persuadir al menor y que siguiera durmiendo.
Al notar que las pestañas rubias seguían sin moverse y pegaba a su cuerpo al peluche, sonrió satisfecho, con la imagen que presenciaba también, Kei se veía muy tierno, si no fuera por el flash que seguro lo delataría le tomaría una foto, sin embargo, una vez más su pancita sonó por su postre, por ello, de puntillas se dirigió a la puerta de la habitación, agarrando de pasada su abrigo, que aunque ahora no le cerraba debido su abultado vientre, le protegería del viento de madrugada, y eso era más que suficiente.
Aparcó su auto, y descendió de el, afortunadamente no muy lejos se hallaba un puesto abierto las 24 horas, sitio que recurre seguido debido a sus antojos madrugueros, entró al local, la campanita se escuchó dando aviso la llegada de un nuevo cliente, y el chico que trabajaba ahí puso su total atención en la persona que acababa de ingresar.
- "Buenos días, señor Tsukishima." - saludó el beta, sonriente, reconoció a l instante a uno de sus clientes favoritos, la cabellera anaranjada es inconfundible.
- "Buenos días, Ash." - saludó con su sonrisa característica Hinata, el chico le caía muy bien.
- "¿Antojos de nuevo?" - preguntó, él había presenciado el crecimiento de su vientre los últimos cinco meses.
- "Así es, es muy quisquillosa." - respondió calmado Shoyo, acariciaba suavemente su pancita de paso.- "Perdona, pero no me puedo quedar mucho tiempo."
- "No se preocupe, si es que busca los pasteles están en el pasillo del fondo." - anticipo el joven, era lo que en los últimos días había llevado el omega, y solo era una intuición, pero al notar como se le expandía la sonrisa supo que había dado en el clavo.
- "¡Gracias!" - Shoyo se dirigió al pasillo donde se suponía se encontraba aquel postre.
Había también otros sabores, inconscientemente se llevó el dedo índice a su boca, ahora no quería solo el de chocolate, sino todos. En medio de sus pensamientos escuchó la campanita del local, tal vez sería alguien que le pasará lo mismo como a él, o también una persona que regresaba de su trabajo; siempre había casos así, momento... ¡Debía concentrarse! moviendo su cabeza de un lado a otro ahuyento todo pensamiento que le alejaban de su principal objetivo: su pedazo de pastel. Agarró los dos trozos, uno también para Kei, y giró media vuelta sobre su propio eje para dirigirse al mostrador, no obstante, chocó con el cuerpo de alguien.
- "Un peluche en la vida te podría reemplazar, cariño." - Tsukishima se encontraba al frente suyo, su voz parecía tranquila, pero Shoyo sabía que se encontraba fastidiado, lo conocía bien. Se notaba sus enormes ojeras bajo sus ojos avellanas y una seriedad que le hizo recordar a su primer día en el Karasuno
- "Tenía ham-hambre." - sollozó, de seguro Kei le iba a regañar. Sin embargo, lejos de lo que creía, Tsukishima al ver a Shoyo comenzar a llorar su careta se rompió, pues lo único que le preocupó en ese momento era calmar a su omega, dio un largo suspiro y llevo su mano hasta acariciar el rostro de su pareja.
- "No estoy molesto, Shoyo, solo estaba preocupado al no encontrarte durmiendo a mi lado." - el rubio soltó sus feromonas para poder tranquilizar al mayor, rodeo con sus brazos el cuerpo de Shoyo, respirando calmado al fin.
- "Perdón... No quería levantarte, estabas muy cansado últimamente." - sus lágrimas fueron limpiadas por las manos del alfa, Hinata aprovecho para darle un suave beso en los labios contrarios, uno dulce y corto.
- "Está bien, te entiendo. Pero que no vuelva a suceder, ¿vale?" - Hinata asintió efusivamente a lo dicho por su esposo, más calmado se posiciono a su lado, y abrazo a su brazo izquierdo, ambos caminaron en dirección al mostrador.
- "Y bien, ¿todo en orden?"- preguntó Ash, el alfa había entrado exaltado al local, pero se había calmado cuando le confirmo que su esposo se encontraba ahí.
-"Sí, Ash. Todo en orden."- sonrió Hinata.- "¿Cuánto sería?"- preguntó, y alzó los productos para que el joven pudiera sacar la cuenta del total.
- "Oh, no hay problema. Esta vez yo les invito."
- "Muchas gracias."- dijeron al unísono la pareja, y con una sonrisa en los labios por parte del mayor, y una expresión seria en el rubio, salieron del local.
Una madrugada que obviamente le iban a contar a su pequeña en un futuro.
...
Ay, mañana temprano tengo exposición en inglés y acá me ven, escribiendo una historia de este par porque me puse soft al leer un omegaverse en la mañana. En fin, desearía fingir mi muerte. :"D

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Abecedario -TsukiHina
FanfictionConjunto de One-Shots por cada letra del abecedario. Anime: Haikyuu <>No se permite copia ni adaptación de ningún OS.