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- "¡Hola, Kenma!" - saludó al mayor mientras se acomodaba en la silla vacía de al frente. Los dos amigos habían acordado encontrarse en el centro de Tokyo, y almorzar juntos. A pesar de ya haberse graduado ambos, y no compartir tiempo en los campamentos que tenían sus clubs obligatoriamente, tenían una muy buena amistad, que incluso siguió fuera de la cancha de voleibol.
- "Hola Shoyo," - la voz calmada del peliteñido lo recibe - "di hola Kenji"- agarra la pequeña mano de su hijo y la agita a modo de saludo, el pequeño Kenji está sentado sobre las piernas de Kozume - "¿Viniste solo?"
- "No, Kei me trajo, incluso de camino me compró los mangas que tanto me gustan" - explico de manera natural y risueña, saca los libros de la pequeña mochila que llevaba puesta y se los enseña al mayor, encima de la mesa.
- "Impresionante." - dice, mirando sorprendido al chico frente suyo, sorprendido y calmado, Shoyo encontró un buen chico.
- "¿Qué sucede?" - extrañado, lo mira dudoso, fue un comentario soltado de la nada, mira sus lados si que quizás se debe a algo que sucedió a su alrededor.
- "Después de tanto tiempo, cuando hablas de Tsukishima te siguen brillando los ojos como la primera vez que me hablaste de él" - explicó, cortando un pedazo de pie de manzana que había ordenado antes que su amigo llegará, mientras se lo llevaba a la boca.
-"Gracias, Kenma" - respondió con un leve sonrojo - "¿Cómo le va a Kuroo-san?"
- "Kuro está reclutando nuevos miembros..." - Hinata mientras le oía tampoco pasó desapercibido el brillo que adquirían los ojos color dorado del mayor, y la pequeña sonrisa que mostraba. El mismo Kenma que apenas mostraba expresiones. Incluso él los tenía mucho antes de que saliera con Tetsuro.
- "¿Tsukishima ya lo sabe?"- pregunta el mayor, ya estaban comiendo el postre del almuerzo, a escuchar la incógnita la sonrisa del pelinaranja se fue borrando poco a poco.
- "No, aún no lo sabe, tengo miedo, Kenma." - susurró bajito.
- "Él lo entenderá."
- ☀ 🌙 -
- "¡Shoyo! ¿Dónde estás?" - preguntó la figura de un peli-negro que buscaba por todo el lugar de la casa de su mejor amigo.
- "¡En la terraza, Tobio! - gritó el nombrado, y sacó su cabeza por la puerta para que el menor lo vea - "Un año que no te pasas por acá y ya no sabes por donde ir."
- "¿Qué haces acá?, ¿y eso?" - el hombre confundido señaló una maceta con flores violetas, que Shoyo las tenía en sus manos, echándoles un poco de agua, el cuidado del día para ellas.
