Capítulo 1 "Desconocido"

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El clima era fresco, está mañana no había llovido como era de costumbre en Foordel. Nos encontrábamos reunidas en la cascada, nos relajábamos un poco mientras mirábamos chicos guapos. En ropa interior, con la poca tela mojada pegada a su cuerpo.

— ¿Qué harás en tu cumpleaños? —Chanin me miró entusiasmada. Cómo cada año, me exigía una super fiesta.

Es la única amiga que tengo.  

— No sé, he estado demasiado ocupada con el colegio —respondí y luego me coloqué unos lentes de sol. 

—Ya estamos en vacaciones —se quejó.

Me miró con fastidio ante el tema. Quería una fiesta por todo lo alto, así era ella. Le gustaban las mejores fiestas, vestir la mejor ropa, ser la mejor realmente en todo.

Aun así era una amiga increíble.

Chanin era bonita, su cabello oscuro pasaba la parte baja de su espalda, sus ojos azabache y una sonrisa enorme que nunca abandonaba su perfecto rostro.

A diferencia yo era pelirroja natural, tenía mis ojos oscuros y diminutas pecas, por mi tono de piel tan pálido y mi delgadez me hacía lucir enferma cuando en realidad no era así.

— No se cumple dieciocho todos los días —me da un leve golpe en el hombro.

— No me gustan las fiestas, lo sabes —me justifico y observo rápidamente a los chicos que se están bronceando a unos metros.

— Sería un buen plan —mira a los mismos chicos que yo— en las fiestas y con un poco de bebida muchas cosas pueden suceder —remoja sus labios.

— Voy a pensarlo —mentí descaradamente porque era tan seguro que no quería una fiesta y de cumpleaños menos.

— ¿Eso, no te motiva? —señala discretamente a unos chicos que pasan de largo y nos guiñan un ojo. Coqueto.

Es un caso perdido.

Conociéndola como la conozco, sé que hará todo lo posible para convencerme. 

Y tendrá la ayuda de mi madre.

— ¡No te cansas! —exclamo frunciendo el ceño. «Mi mejor amiga no está bien de su cabeza» —. Creo que deberías tranquilizar tus hormonas y dejar de buscar a los chicos.

— Yo no los busco —alardea— Ellos me buscan a mí.

Exhalo.

— ¿No estabas muy enamorada de Raúl? —indago recordando a su novio.

— Solo es sexo —relaja su postura— tampoco se va a acabar el mundo si utilizas tus partes íntimas.

Rodeé los ojos.

— Disculpa por preocuparme por mi mejor amiga.

— La única que tienes — responde — Además ya estoy saliendo con otro.

— Pero hace muy poco que andabas con Raúl.

— Iris, eres mi amiga y te amo, pero en serio necesitas sexo urgentemente. No a las formalidades.

—¿Puedes pensar con otra cosa que no sea tu entrepierna?

— Vale, me rindo —recogió su cabello en una coleta— pero el día que tengas sexo te acordarás de mí. Te arrepentirás de todo el tiempo perdido.

Ya había tenido sexo, Chanin y para nada fue agradable o algo que quisiera repetir.

Opté por no seguir discutiendo el mismo tema, somos tan diferentes que no entiendo cómo nos llevamos tan bien.

Mientras ella busca placer y lujuria en los chicos, yo prefiero estar tranquila en mi casa leyendo algún libro.

El tema de conversación cambió radicalmente porque no quería terminar en una discusión.

Chanin continuaba hablando, pero llegué al punto de no escucharla, mi mirada se encontró con la de un chico, fue tan rápido que no parecía real.

No lo conocía, jamás había visto su rostro. De ser así me hubiera acordado «Esta sexy» tengo buena memoria. El desconocido se cruzó de brazos y se mantenía inmóvil, entre tantas personas que corrían y se divertían en la cascada. 

¿Quién viste de negro, con chaqueta de cuero en un día tan caluroso?

Su espeso cabello azabache caía sobre su frente, su tez clara resaltaba entre la oscuridad de su ropa y los rayos del sol.

Caminó entre todos y desapareció en los árboles en dirección a la...

Al camino que llega directamente a la barrera.

Se puso la capucha de su abrigo, metió sus manos en los bolsillos y se esfumó de mi ángulo visual. 

— ¿Quién es ese? — pregunté rápidamente. Había captado toda mi atención.

Chanin volteó — Yo no veo a nadie —se encogió de hombros.

— Estaba justo ahí — señalé.

— Ese es el camino de la barrera —lo sé. No me digas algo que tengo presente—. Nadie va por ahí.

No era cierto, yo acababa de verlo.

«No estoy loca»

No lo entiendo, solo había captado mi atención y en este pueblo un desconocido no pasa desapercibido.

Era... había sido invisible para todos.

Sacudí mi cabeza y alejé todos mis pensamientos.

— Iris — la trigueña movió sus delicadas manos frente a mi rostro.

— Recordé que debo ayudar a mamá en algunas cosas — inventé de repente como la única idea que pasó por mi cabeza— nos vemos luego. 

— Espera — me miró incrédula — ¿Estás bien?

— Nos vemos mañana ¿si?

— Vale.

Recogí mi pequeña bolsa y la colgué en mi hombro para luego levantarme. Dejé un beso en su mejilla y salí andando a paso apresurado.

Aquel desconocido despertaba mi curiosidad, necesitaba saber quién era. Estaba segura de que no era de Foordel, de ser así no hubiera cogido el camino de la barrera. Todos los habitantes, que no somos mucho por cierto, ninguno tiene el valor de acercarse lo suficiente. Está prohibido. Es la ley.

Apresuré mi pasó y me aseguré de que nadie me viera coger por el mismo sendero que él. Mis padres me matarían si supieran lo que estoy a punto de hacer.

No me importa, quería conocerlo y mis pies tenían vida propia porque se encargaron de arrastrarme en su dirrección y era la primera vez que me acercaba tanto a la barrera.

¿En qué carajos estoy pensando?

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