Foordel ✓

Capítulo 12 "Lo hice por ti"

El ruido de alguien rebuscando por toda la habitación me despierta de golpe, me paso las manos por el rostro y observo a Aries que ha destruido medio cuarto.

—No sabía que provocabas tormentas —bromeo en lo que me incorporo e intento arreglar mi cabello con la ayuda de mis dedos—. Menudo desastre, Aries.

—¿Has visto mis cosas?

—¿Qué cosas?

—Una bolsa negra dónde guardo... —se mordió el labio pensado en que decir—. Las cosas que utilizo cuando tengo una misión importante.

—No la he visto —mi buen humor desaparece. No me gusta para nada la idea de que vaya a sus misteriosas misiones.

London irrumpe en la habitación.

—Dice Jhons que puedes ir a buscar tus utensilios, los recogió estás mañana. La misión de hoy es importante, no quiere errores.

Ruedo los ojos.

—Llevo media hora buscando —brama—. Regreso ahora.

—¿Sabes sobre qué trata? —indago cuando me quedo a solas con London.

—Las misiones son confidenciales. No debemos meter las narices dónde no nos llaman.

—Tu hermano corre peligro, London.

—Mi hermano es el mejor de la academia. Por eso siempre lo eligen a él. Desde las misiones fáciles hasta las más complicadas.

—No me voy a quedar con los brazos cruzados.

—Eres más terca que él —se burla y también se va, negando con la cabeza. 

Eso tú déjame sola que yo me encargo de toda la situación.

Me tiro de la cama, y me alisto lo más rápido que puedo. Visto de negro, pantalón, cazadora y botas. Ya hasta me comienza a gustar como luce la ropa oscura sobre mi cuerpo.

Salgo al pasillo y camino en silencio hasta la oficina del director, recojo mi cabello en una coleta y me quedo detrás de la puerta intentando escuchar la conversación de Aries con Jhons.

—Es sencillo, Aries —le dice—. Solo necesito que te apresures porque a esta hora ya debe saber que vamos a por él y debe tener algún plan para darse a la fuga.

—Eso no va a pasar.

—Lo sé —siento como da unas palmaditas—. Nunca te has equivocado y está no será la primera vez.

—Por cierto —Aries agregó con un tono más bajo—. ¿Qué hago con la mujer y su hija?

—En el caso de que te lleguen a ver, ya sabes lo que tienes que hacer.

—Entiendo.

Corro para esconderme en la esquina del pasillo, dado que escucho los pasos de Aries acercándose a la puerta y no puedo dejar que me vea. Se encamina a la salida y comienzo a seguirle con mucho cuidado. Se adentra en el bosque, se aleja tanto que creo perderlo.

Maldición.

Miro a todas partes y me encuentro sola, esto me recuerda a la primera vez que lo vi.

—¿Me buscabas a mí? —me sobresalté al escuchar su voz—. ¿Por qué me andas siguiendo?

—Yo... —me callo.

No sé cómo justificar el motivo por él que lo seguí, o en realidad si lo tenía claro, pero ahora tenerlo aquí se me hacía imposible decirle.

—No tienes por qué hacerlo.

—Si tengo que hacerlo, Iris.

—¿Por qué te lo pide Jhons? —bramo—. Tienes que ser libre de hacer lo que te venga en gana. Yo sé que no eres así.

—No me hagas esto.

—¿Qué? —le grito—. No estoy haciendo nada, intento salvarte. No puedo dejar que caigas al abismo.

—¿Por qué quieres salvarme?

—Porque eres mi dolor de cabeza, favorito.

Aries cerró su boca, el tiempo se detuvo en lo que fijó su vista sobre mí. Tragué con fuerzas y esperé por su respuesta.

—No necesito que nadie me salve.

Lo vi alejarse, y no tuve las fuerzas para seguirle. Lo había dejado claro, no necesitaba ser salvado y yo no podía luchar contra lo imposible.

Volví a la academia, me crucé de camino con Tihan, pero le evité. No tenía deseos de hablar con nadie.

Aries.

¿Qué me estaba ocurriendo con él?

Metida bajo las sábanas llamé a mi madre, mentir se me daba fatal, pero logré que me creyera el cuento. Mi curso de pintura iba fenomenal.

Desde pequeña aprendí que la solución a todos los problemas era dormir, así que eso hice. Las pesadillas sobre la visión de Eymi me despertaron en medio de la noche.

—¡Joder! ¿Qué haces ahí?

—No lo hice —Aries tenía la cabeza gacha y la vista fija en el suelo—. Le di la oportunidad de desaparecer y que mantuviera un bajo perfil para que Jhons no se enterase de que lo dejé con vida.

—¿Por qué lo hiciste?

—Lo hice por ti.