Capítulo 9 "El inicio"

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Desperté con sueño y con dolor en los brazos, ya que dormí poco y Chanin se pasó la noche abrazándome, recordando lo mucho que le voy a hacer falta.

Nos despedimos y vi una pequeña lágrima deslizarse por la mejilla de mi madre. Entendí que sería la primera vez lejos de ellos y también me apretaba el pecho.

Desde la ventanilla del autobús veía como mis padres agitaban su mano en un gesto de despedida. Chanin abrazaba a mi madre y papá le tomaba la mano a mamá, para tranquilizarla.

El autobús cada vez se alejaba más, Foordel quedaba atrás. Pasamos dos semáforos y de pronto un freno brusco detuvo las ruedas haciendo que todos los presentes se fueran hacia delante por el impacto con cara de horror. 

—No pasa nada —informó el chófer— De seguro a este pedazo de chatarra se le atascaron los frenos. No hay de que preocuparse.

Intentó acelerar una vez más y era en vano, el motor se estaba ahogando, salía mucho humo gris y por más que intentaba avanzar había algo que lo detenía. No se trataba de unos simples frenos atorados.

Miré a través de la ventanilla y entre los árboles de la orilla de la carretera estaba Aries con sus brazos cruzados, una sonrisa en sus labios y a su lado Steven con porte de misterio.

Él fue quien llamó mi atención, ya que:

Estaba con los brazos en alto, en dirección al autobús, sus manos apuntaban directamente a las gomas del vehículo y las movía de vez en cuando girando levemente sus dedos.

No era posible.

Agarré mi maleta y me bajé con la escusa de que no quería pasar ningún curso, me miraron extrañados, pero no hicieron preguntas, recé para que nadie le dijera a mis padres.

Caminé deprisa y me escondí entre los árboles, cuando ya nadie podía verme. Me acerqué hasta los chicos.

—¿Qué creen que hacen? —pregunté irritada y ambos me miraron.

—Ja ¿Creíste que te irías al curso de verdad? —bramo Aries—. Te ahorramos el viajecito.

—Por supuesto que no —confesé—, pero no me esperaba esto. Me iba a bajar en la salida del pueblo. ¿Puedes dejar de hacer los que sea que estés haciendo? —fulminé a Steven con la mirada.

Bajó ambos brazos y enseguida el autobús salió andando.

Quedé con la boca abierta. 

—¿Cómo lo hiciste?

—Sencillo —se encogió de hombros—. Telequinesis.

—Soren puede mover o bueno detener como acabas de ver cosas con la mente —Aries me explicó y quedé peor que antes.

—Observa —me dijo y está vez utilizó una sola mano.

Fue levantando un dedo, poco a poco, me giré y vi como una piedra estaba flotando en el aire, el chico movía su dedo y la piedra también rotaba.

—Creí que era mental.

—Con la mano lo hago para lucir más interesante —chasqueó la lengua— pero con mi mente también puedo.

Entonces en un abrir y cerrar de ojos Aries estaba flotando, aún tenía las manos cruzadas.

—Joder —balbuceo.

—Ya lo tiene claro —rechistó Aries— Puedes bajarme, la otra vez me rompiste la cabeza.

Soren no hizo nada, y Aries bajó lentamente.

—Vamos.

Nos adentramos en el bosque en busca de la barrera, íbamos en silencio excepto por Aries que iba tarareando la letra de una canción que desconozco. Soren se había mostrado más generoso en ofrecerse para llevar mi maleta. 

Foordel ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora