Capítulo 10 "Poderes"

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Los chicos me miraban con determinación en lo que yo caminaba de un lado a otro, la habitación me quedaba chiquita para todas las vueltas que estaba dando.

—Yo no puedo con tanto —dije—. Mi corazón se va a detener en cualquier momento y ustedes serán los culpables —dramaticé— Muchos poderes y yo soy muy sencilla para aguantar con todo. ¿No me puedo rajar? Yo puedo regalar mi poder.

—Eso no se puede, Iris —London se sentó.

Hablaba tan deprisa que no le hacía caso ni a los chicos que me miraban detenidamente.

—Vas a romper eso —se quejó Aries y le dio por el hombro a Soren— cuesta muy caro.

—Yo no estoy haciendo nada —se defendió.

—Como que no —lo fulminó con la mirada— ¿Ahora vas a decir que Dixon entró y anda jugando al fantasma con la puta lamparita?

Me volteé y la lámpara estaba en el aire. Cómo mismo pasó con la piedra, el autobús y el propio Aries.

—Para ya —se quejó London.

—Que no soy yo —vociferó Soren.

Me sobresalté y la lámpara cayó al suelo haciendo un enorme estruendo, se hizo añicos.

—Ves —Soren señaló el desastre— Yo no dejaría que nada cayera al suelo. Eso es un error de principiantes. 

—Chicos —ninguno me miró— ¡Chicos! —volví a gritar y esta vez todos me miraron— Creo que fui yo.

Agarré un pedazo de vidrio entre mis manos y lo levanté un poco, flotó solo segundo y luego volvió a estar en la palma de mi mano.

—Es imposible —soltó Aries, todos estaban confundidos.

—¿Alguien puede ayudarme y decirme lo que está pasando?

—Solo hay una manera de averiguarlo —propuso London— Toca a mi hermano.

—De ninguna manera —se rascó la barbilla— Tengo una idea. Vete a la biblioteca y busca el libro del fundador —le dijo a Soren— Espéranos en el patio, nosotros iremos a ver a Jhons.

Me fui con los hermanos hasta el despacho del director. Aries llamó a la puerta con los nudillos.

Entramos. 

—Señorita, Iris Dominik. Es todo un placer para mí que haya decidido cambiar de academia. Estamos siempre con las puertas abiertas para nuevos potenciales —dijo un hombre mayor sentado en su despacho con aires de grandeza.

Puse mi boca en línea fina. 

—Gracias a usted por recibirme.

—Los Clein son unos de mis mejores estudiantes, no podía decirles que no.

—Se lo agradezco nuevamente —agrego—. Necesito de tu expediente, para tu calificación y conocer tu poder.

—Sobre eso... —Aries intentó hablar. 

—No, ahora —le interrumpió el director—. Qué descanse y conozca la academia.

Me miró por unos segundos.

—Dile a mis muchachos que te pongan al tanto de todas las actividades de mañana.

—Cuente con ello —se apresuró en decir London y todos salimos de ahí lo más rápido posible.

Llegamos al patio y nos sentamos en unas mesas circulares que estaban situadas en medio del césped. Soren no había llegado por lo que me quedé en medio de los dos hermanos.

—Mañana es día de competencia —informa Aries—, la segunda ronda de la competición. Cada año competimos con otros colegios para demostrar quién es el mejor.

—Los que ganan adquieren mucha más fuerza, prestigio y honor —dice London.

—¿Los que pierden?

—Terminan muertos.

Mierda.

Yo no soy capaz de matar ni a una mosca.

—Va en nuestro ser, crecimos para eso y cumplimos con nuestro deber —dice Aries y pone su boca en línea fina.

—Asesinar personas no es un deber —logro decir.

—Ya, pero a nosotros nos preparan para ello. Las competencias entre academias es el evento más importante del año.

Abrí mi boca para contestar, pero Soren llegó corriendo:—Aquí está, tengo el libro.

Puso el libro en medio de la mesa.

—Joder tuve que besar a la bibliotecaria. Para la próxima le toca a London

—¿Cuál es el problema? —pregunté—. Qué yo sepa siempre los estudiantes fantasean con su profesora.

—Tiene como unos sesenta años —se burló Aries y abrió el libro— Este libro lo escribió el fundador del colegio, aquí explica cada una de nuestras habilidades, lo que podemos o no hacer y los límites.

Pasó varias hojas mientras le daba un vistazo rápido.

El libro se veía antiguo y tenía varios garabatos dibujados muy semejante a las marcas de los chicos.

—Aquí está —anunció.

Siguió leyendo y luego cerró el libro de golpe. 

—Pasa una vez cada mil años, pero es posible. Cada que toques a alguien tendrás su habilidad por unos minutos. Quizás horas si prácticas duro.

Estaba perpleja, analizando lo que acababa de escuchar.

—¿Puedo tocar a cualquiera de aquí y tendré su poder?

—Eso parece —dijo London— por eso al tocarte te convertiste en rata, y al Soren agarrarte para que no cayeras, moviste la lámpara, porque estabas nerviosa. No puedes controlarlo.

—Joder chica —me tomó por la parte baja de mis muslos y me alzó—. Eres increíble —comenzó a darme vueltas y terminé riéndome—. Voy a devolver esto, si corro con suerte de seguro no me cruzo con la anciana —anunció antes de bajarme y se fue con el libro. 

—Entonces soy como una copiadora de poderes —deduje.

Los ojos llamativos de Aries cayeron sobre mí.

—Te sugiero que no vayas tocando a nadie, al menos hasta que aprendas a usarlos.

—Intentaré no meterme en líos.

Ja.

—Volvamos a la habitación —dijo London.

Caminé detrás de ellos de regreso a los pasillos y choqué con una morena tenía unos libros entre sus brazos y caminaba mirando el techo. Del impacto me agarré de sus manos, ella me empujó asustada. Caí y me pegué en la cabeza perdiendo el conocimiento. 

Abrí los ojos poco a poco y estaba tendida sobre una cama, Aries estaba de pie y London permanecía sentado a mi lado. La cabeza me dolía horrible

—¿Qué ocurrió?

—Chocaste con Eymi y perdiste el conocimiento —London me comentó— de seguro la tocaste. Ese es su poder, tener visiones.

—¿Dime qué viste? —exigió Aries acercándose con los labios apretados.

Lo recordé todo.

Las imágenes pasaron por mi cabeza como una película.

—Muerto —susurré—. Te vi muerto, Aries.

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