Capítulo 18 "Dulce hogar ja"

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Aún procesaba los eventos ocurridos con Aries y la fuerte discusión que habíamos tenido. Ya que no nos volvimos a hablar en toda la semana y el ambiente era incómodo cuando nos cruzábamos, London se encargó de ayudarme con mi entrenamiento diario.

Pero bueno queda prohibido mencionar lo que ocurrió en las duchas con ese idiota. 

Por suerte la semana ya había acabado y estaba de regreso en casa. Mamá había preparado una cena maravillosa y ahora estábamos en el salón, me prestaban mucha atención, mientras yo no paraba de mentir sobre el curso de pintura.

—Pensé que no podías venir a casa hasta que acabara.

—En realidad podemos volver a casa el fin de semana —pongo mi boca en línea fina. Nunca me ha gustado mentirles.

—Me alegro mucho de que estés disfrutando —dijo mamá y besó mis manos.

Mi padre se despidió hace un rato porque tenía asuntos que resolver.

—¿Conociste algún chico? —levantó una de sus finas cejas.

Conocí a un chico y se convirtió en un jodido dolor de cabeza. Se las arregla una y mil veces para fastidiarlo todo y ni así dejo de pensar en él.

—No mamá, me concentré en el curso y en estudiar.

—Digamos que te lo creo —me guiñó un ojo.

—Voy a darme una ducha —le abracé—. Estoy un poco cansada.

Fui hasta mi habitación para buscar ropa limpia, mi teléfono sonó y era un mensaje de Chanin.

Sé que estás aquí, por favor. Necesito hablar contigo.

Tiré todas las cosas que tenía en mis manos. Furiosa, molesta y hasta dolida. No le contesté y me fui directo a la ducha, abrí el grifo y me metí bajo el chorro de agua. 

La ropa se me quedó en la habitación así que salí envuelta en una toalla. Cogí entre los cajones y me puse ropa interior en el mismo momento que la puerta se abrió.

Mi madre entró y abrió sus ojos como platos.

Su vista estaba sobre mi marca, su rostro era de absoluto horror, casi que temblaba. Se pasó las manos por el rostro.

—¿Cuándo te salió? —se acercó y la analizó, sus dedos trazaron suavemente la figura.

—Siempre ha estado ahí —dije— Lo que al parecer no podía verla. ¿Tienes una igual? ¿Hay algo que quieras decirme?

La vi tragar con fuerzas y luego levantó su cabello para sacar su ropa, me mostró su espalda y tenía la misma marca que yo, pero se le sobresalían otros trazos.

—¿Por qué no me dijiste de esto antes? —agrego—. Lo del curso de pintura es una completa mentira. Estoy en la academia de Foordel.

Me vestí lo más rápido que puede en lo que ella negaba con la cabeza, sin saber qué decir.

—Lo siento muchísimo, Iris. Yo solo quería protegerte —comenzó a llorar— Prometo contarte todo.

—Ahora es un buen momento para que empieces —hablé.

Respiró con fuerzas y cuando fue abrir su boca un fuerte ruido proveniente de la cocina hizo eco por todo el lugar.

—Quédate detrás de mí —me pidió y de sus manos salieron unos destellos de luces que luego se convirtieron en electricidad.

Quedé sorprendida y aturdida, entonces me di cuenta de que Aries no me estaba mintiendo.

Mi familia, sí. 

Mi madre tenía poderes.

Bajamos las escaleras, mamá me detuvo en el salón y se fue hacia la cocina, desde aquí pude ver cómo se llevó las manos a la boca.

—No vengas —gritó e hice todo lo contrario. Me lancé disparada.

Mis pies se detuvieron en seco al ver a papá tendido en el suelo, cubierto de sangre y sin rastro de vida.

Un sollozo escampó de mi garganta y las lágrimas brotaron de mis ojos. Mamá se limpió las lágrimas con el dorso de su mano y me sacó de ahí a la fuerza.

—No hay tiempo —bramó— Nos han encontrado, saltemos la parte de la explicación y dime cuál es tu habilidad, yo sola no puedo con todos ellos. Estamos en peligro, Iris. Vienen a por nosotras.

—Técnicamente, la tuya ahora mismo —digo sin dejar de llorar— Obtengo poderes de la última persona que toco.

Una sonrisa triste se dibujó en su rostro.

—Eres increíblemente poderosa —dijo y me tendió su mano. 

La toqué sin pensarlo, para luego sentir toda la electricidad pasando por mi cuerpo.

El enorme ventanal de cristal se hizo añicos producto del impacto de algo. Chicos vestidos de negro con pasamontañas entraron en la casa, en total eran unos nueve contra nosotras dos.

Mi progenitora en una maniobra dejó inconsciente a uno de ellos, mientras peleaba con otros. El más delgado de ellos fue hacia mí y tocándole lo maté, me sentí mal por ello. Era la primera vez y sabía que no sería la última.

Me estaba convirtiendo en una de ellos sin querer.

Alguien me agarró del cuello he intentó asfixiarme, pero en el forcejeo terminé convirtiéndolo en piedra. Supuse que esa era la habilidad del anterior.

Mamá ya había acabado con tres de ellos. Nos confiamos y llegaron muchos más. El primero se detuvo en la puerta sin moverse, de pronto su cabeza se fue hacia delante y su cuerpo hacia detrás la sangre brotaba de su cuello.

Ante nuestros ojos, Chanin tenía un cuchillo en su mano. 

Entró en la casa y comenzó a luchar junto a mi madre.

—Siempre he visto el potencial de guardiana en ti —le sonrió y ella asintió, orgullosa.

Mi dulce y acogedora casa se había convertido en muerte y horror. Las paredes ahora eran rojo carmesí de tanta sangre salpicada.

—Tienes que sacarla de aquí —mi madre le habló directamente a Chanin—. Nadie la cuidará más que tú.

—No te voy a dejar sola — protesté.

—Muchos se acercan, si te quedas moriremos todos.

—Prometo llevarte a salvo y regresar por tu madre —Chanin tomó mi mano y me sacó arrastro.

Corríamos entre el bosque, las ramas daban contra mi rostro, mi respiración estaba agitada y el cuerpo magullado. En lo único que pesaba era en mi madre.

Chanin me empujó y ambas cruzamos la barrera. London y Aries estaban sentados bajo un árbol, mientras conversaban con total tranquilidad.

—¿Qué pasó? —se levantaron deprisa y fueron hasta nosotras.

—Las encontraron —informa la castaña— Tenemos que volver para proteger a...

—Quédate con ella nosotros vamos —anuncio Aries y se me acerco.

Acunó mis mejillas entre sus manos, nuestros labios quedaron a escasos centímetros. 

—Confía en mí.

Me besó, movió sus labios sobre los míos.

—Ya lo hago —recuerdo que eso fue lo último que logré mencionar antes de caer inconsciente en el suelo.

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