Capitulo 4 "Marcas"

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Avergonzada a más no poder juego con las uñas de mis manos a la espera de que Aries deje de burlarse de mí.

—Vale, ya.

—Gracias.

—Mírame —me dice. Doy un pequeño vistazo a su torso desnudo, tiene algún que otro minúsculo tatuaje por su blanca y fina piel—. Dime lo que ves.

—Tatuajes —músculos muchos músculos. Está bien bueno el condenado—. Solo eso.

—Vamos tú puedes, mira bien.

Hago lo que me pido, me concentro en su respiración, en como su pecho sube y baja lentamente, en lo mucho que resaltan sus venas y entonces lo noto...a simple vista no lo veía pero ahora sí.

En su cuello; había un triángulo que en cada punta tenía como un signo: agua, fuego y aire. Diferente a la tinta de sus tatuajes, esta formaba parte de su propia piel, se podía ver, pero no resaltaba como los otros.

«Extraño»

—Necesito comprobar si tienes una como esta —toca su marca— es la única manera de saber si eres una de nosotros. Por favor. 

Con millones de dudas en mi cabeza retiré la camisa que llevaba y me quedé solo en brasier frente a él.

— ¿Y bien? —aprieto mis manos nerviosa.

Se queda en silencio y da unos pasos hacia mí, su mirada sombría recorre cada parte de mi cuerpo y me estremecí por la sensación.

— Justo aquí —su mano se posa sobre mi cintura—.  Es preciosa ¿No lo ves?

— Estás jugando, yo no veo nada.

— ¿Qué edad tienes?

— Diecisiete.

— Por eso no has desarrollado la visión. 

— ¿De qué visión hablas? —pregunté irritada— acaba de decirme dónde coño estoy y que es todo esto. 

— Mira eres una de nosotros eso está más que claro —me explica y yo me coloco mi camiseta— Eso significa que probablemente tu familia te esté engañando.

— ¿Que son ustedes? —digo— Mi familia no es capaz de engañarme. Confío en ello, tanto que pondría las manos en el fuego por ello.

— ¡Oh! Que tierna —se burla en mi propia cara— ¿Qué tan cierto es eso que dices? ¿Tan segura estás?

Lo siguiente que ocurrió por más que intenté entender no tenía ninguna explicación ni lógica, el chico que estaba ante mí movió sus manos frente a mis ojos y quedaron envueltas en llamas.  Si escucharon bien, poderosas llamas que se reflejaban en el iris de sus ojos.

Caía de bruces contra el suelo, la cabeza me empezaba a doler mientas que el calor aumentaba.

Se volvió a reír y después de agitar sus manos todo rastro de fuego desapareció, ni tan siquiera tenía marca alguna de quemadura. 

— ¿Qué fue eso? —mi voz sonó tan patética que no me reconocía.

— Unas de mis habilidades —responde con simpleza e intenta agarrar mi mano para ayudar a levantarme— Somos personas con habilidades superiores.

— Puedo sola. 

— Como quieras —deja que su espalda descanse contra la pared y se queda fijo observándome. 

— ¿Me estoy volviendo loca? —me siento en una silla y dejo que todo el aire que tenía retenido escape.

— Todo esto es real.

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