─ O14.

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— ¡Hey, Jay!

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— ¡Hey, Jay!

Rápidamente me separe del más alto, mirando de donde salía aquella voz. En cuanto lo comprobé note un escalofrío recorrer toda mi espalda.

— Joder. — escuche musitar a mi lado, más no volteé a verlo. Mis ojos estaban totalmente enganchados en el grupo de chicos que se acercaban a nosotros.

Mis piernas comenzaron a temblar recordando el incidente de la última vez.

— ¿Cómo que joder? — voltee  a verlo. — ¿Qué quieren?

Eran ellos de nuevo. Era aquel grupo de personas que había dejado a Jay sangrando en el suelo.

— No podemos irnos.

— ¿Qué?

— Será peor, mantén la calma.

Cuando quise contraatacar su argumento ya era tarde, pues uno de aquellos chicos estaba justo delante mío y ahora podía darme cuenta de que me sacaba casi dos cabezas.

— Al final sí va a ser cierto que eres la chica de Jay. — sonríe, aunque no lo noto como una sonrisa de felicidad. Da miedo. — Si algo respetamos, es a nuestros socios, ¿cierto, Jay?

Ahora el alto lleva la mirada hasta el pelinegro, quien también lo mira. Por unos segundos solo se miran entre ellos y Jay no contesta a la pregunta que le ha hecho con anterioridad, tampoco es como si al alto le pareciera importarle que lo haya ignorado.

— Y para respetar a nuestros socios, también tenemos que respetar a sus chicas, oh... ¿Recuerdas a la novia de Jisoo, Hyung? —pregunta hacia otro chico.

El otro sonríe y asiente con la cabeza. Se acerca un poco más a nosotros sin dejar de sonreír de aquella forma, para soltar:

— Unos pandilleros a los que Jisoo les debía pasta*, la agarraron, le pegaron, le manosearon y después... Bueno, ya saben que le hicieron. La pobre chica acabó en el hospital.

Yo no sabía de que iba todo aquello. Tragué saliva al escuchar la historia del supuesto Jisoo y su novia. Me daban escalofríos al pensar que podrían llegar a tratar tan mal a alguien solo porque su pareja no les ha dado dinero.

— El pobre Jisoo quería venganza... Y con los nuestros no se mete nadie. Así que ya podéis imaginar como terminaron aquellos chicos. — sonríe de nuevo felizmente. — Con esto quiero decir que a la chica no la vamos a tocar, Jay. De hecho nena, puedes largarte ahora si lo deseas.

Las miradas terminaron todas en mí, la que más me intimidaba era la del chico que tenía en frente.

— No me voy a ir.

— Jieun. — me llamó de mala gana Jay, pareciendo estar enfadado. — Vete ahora.

— No.

— Vamos, Jay — el mismo chico sonrió. —, ya te dije que no vamos a tocarla. Si ella quiere ver a su noviecito, dejala. Siéntate por allí y disfruta del espectáculo, preciosa.

parents › p.jongseong. ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora