─ O22.

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⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀—Le digo que no quiero hacer esto, ¿cuántas veces más voy a tener que decirlo? —el pelinegro persigue a la adulta desesperado

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—Le digo que no quiero hacer esto, ¿cuántas veces más voy a tener que decirlo? —el pelinegro persigue a la adulta desesperado.— No puede estar pasando, le dije durante los interrogatorios que no era cierto. 

—Jongseong... Tus versiones se contradicen. —la señora frena en seco y con ello el sonido de los tacones chocando contra el suelo.—Hay pruebas suficientes de que estamos en lo cierto y es casi un hecho que mañana vamos a ganar el juicio.

Jay se lleva las dos manos a la cara y toma una respiración profunda. El suspiro largo resuena por todo el pasillo de la comisaría.

—¡No quiero!

—¡No se trata de lo que quieres, Jongseong! —Jay se estremece. Hace tiempo que no escucha ese nombre y cada vez que lo pronuncia un recuerdo diferente de su niñez lo golpea.—¡Eres un menor! ¡Es nuestro deber protegerte! Sabemos que... Sabemos que no es fácil y te conseguiremos ayuda cuando esto termine. Y cuando te recompongas te darás cuenta de que teníamos razón y nos lo agradeceras.

—Eso jamás. —murmura el chico, mirando desafiante a Yooha, la adulta de cuarenta años que estaba a cargo de su caso.—Además, yo nunca me queje... No sé cómo lo habéis descubierto. Y no entiendo porque tanto empeño en ocultar al chivato, ¿a caso fue un vecino? De todas formas no entiendo porque tanto anonimato.

Yooha tuerce el labio recordando las palabras de su compañera YoungSun, guardar silencio sobre el testimonio de Jieun hasta el día del juicio. Si no Jongseong podría alterarse más de lo que ya está.

—Eso es irrelevante, Jongseong. Lo importante es que las pruebas existen y quieras o no... No vas a volver con ese cabrón.

Yooha se dio cuenta durante esa semana que Jongseong no le gritaba cuando insultaba a su padre. Jongseong también lo odiaba, pero su corazón se resignaba a dejarlo ir y eso era algo que se le escapaba de las manos a la mayor. Llevaba tantos años trabajando con niños de ese estilo, pero Park era un caso muy distinto. Nunca entendería que pasaba por la mente de ese adolescente.

—Vamos, te llevaré a la casa. —avisó, sacando las llaves de su coche de su bolsillo. Las puertas automáticas del edificio les abren paso y Yooha sale primero.

—Puta mierda. —Jay patea la primera basura que tiene a su alcance.

—Ya entiendo porque Kayum renunció a ti. —su anterior compañera había ido a la casa de Jay para interrogarlo y con solo verlo un par de minutos le había relevado al chaval. No obstante para Yooha, Jongseong era un chico fascinante.

Siguen con su camino por el aparcamiento y cuando están lo suficientemente cerca Yooha pulsa el botón para abrir su coche.

—Ja, ja... Muy graciosa. —bufó el menor y una sonrisa leve se formó en los labios de la contraria mientras abría la puerta del piloto.

parents › p.jongseong. ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora