─ O16.

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Cerró la puerta detrás suyo y seguidamente quitó sus zapatos lentamente

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Cerró la puerta detrás suyo y seguidamente quitó sus zapatos lentamente. Desde donde estaba podía escuchar con claridad el programa de televisión que se estaba reproduciendo en el salón, también algunos ruidos de trastes que supuso que venían de la cocina.

Caminó hacia la sala y vio a su abuela con una revista en sus manos, más no le prestaba atención a ese trozo de papel. Su visita estaba inmersa en la televisión.

— Hola, abuela.

— Oh, ChanHee, cielo. — sonrió la mujer, apartando la vista del televisor, para mirar a su
nieto con una sonrisa. — ¿Qué tal las clases?

— Todo bien, como siempre. — el adolescente dejó su mochila en el suelo, para acercarse a la anciana y dejar un beso en su mejilla lo que la hizo reír.

— ¿Cansado?

— Un poco.

La señora sonrió quitándose sus gafas y dejando la revista a un lado. ChanHee observó como ahora agarraba fuerza para levantarse del sillón.

— ¡Espera! Deja que te ayude.

El pelinegro se acercó hacia su abuela y dejó que se apoyará en él para poder acabar de levantarse.

— Oh, Channie volvió. — escuchó una voz a sus espaldas.

Se giró con una mirada de fastidio, para ver a su padre limpiarse las manos con un trapo y una sonrisa plantada en sus labios.

— Te dije que no me llamaras así. — habló entre dientes.

— Oh, ¿por qué la abuela puede hacerlo y yo tengo que llamarte Alex?

— Basta, papá

— Está bien, hijo. No pelees con tu padre, es un caso perdido. — río la mujer, contagiando levemente al de mechones negros. — Acompañame a mi habitación, ¿quieres?

El adolescente no puso ninguna queja y acompañó a la mayor hasta su cuarto. Le ayudó en lo que le pidió y luego salió de la habitación cerrando la puerta con cuidado.

— Venga, hijo. Ven a comer.

Alex caminó hacia la cocina y ayudó a su padre a llevar lo necesario a la mesa, para luego sentarse junto al adulto a comer.

— ¿Qué tal todo?

— Bien, ¿por qué lo preguntas?

Un silencio se hizo entre los dos. Los últimos dos meses habían sido así, su padre le preguntaba lo mismo  que siempre. “¿Qué tal?”. Su padre era muy atento y siempre le gustaba asegurarse de que su hijo estuviera bien.

Pero por algún motivo se sentía diferente. Entonces ChanHee preguntaba el porqué de su repentina preocupación y se hacia un silencio.

Normalmente el adulto rompía el silencio diciendo cualquier otra cosa pero ese día no fue así.

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