17. La dama que se salvó.

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Heaven Cowan

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Heaven Cowan.


No había estado durmiendo ni nada por el estilo, solo estaba completamente desconectada. De cualquier manera, llegué tarde y las aceras abarrotadas de la ciudad tampoco ayudaron mucho. Cuando baje del auto Jan ni siquiera me despedí de él, lo interesante es que no fue para nada por la desconexión que sentía y siento, si no que contó un chiste muy malo sobre unos delfines y salí riendo del coche.

Mientras el ascensor en el que me encuentro solo se mueve hacia el piso diez, estudio mi reflejo en su pared espejada. No me considero una persona espontánea. De hecho, no me gusta mucho asistir a eventos que no están escritos en mi calendario. Sin embargo, de alguna manera, después de los de las ultimas semanas, no quiero morir diciendo que solo estudié durante toda mi carrera universitaria. Quizás debo darme más tiempo. Mi día es hoy, donde el camino está pavimentado con caminos irregulares. Un sentimiento de aprecio por el mundo y esta misma existencia me abruma.

Salgo del ascensor, arrastrando mis pies por la alfombra del largo pasillo, me llama la atención una polillas atrapada, luchando dentro de una lampara. Me inclino a observarla, la polilla intenta con toda su fuerza escapar. Los rayos dorados de la luz se filtraban, bailando sobre el vidrio curvado, brillando iridiscente como una bola de discoteca. Me pregunto si las polilla se estará quemando allí.

Mi madre cuando era pequeña solía decirme que las polillas tenían un brillo en las alas que las hacía volar, y que si las tocaba podrían ir perdiendo aquel brillo poco a poco y de esa forma perder la capacidad de volar, con los años comencé a pensar que mi madre solamente quería evitar que las molestara, y nunca supe si realmente aquel brillo era real.

Comienzo a aburrirme de verla luchando, así que sigo caminando hacia el apartamento, en la pequeña caminata pienso en la polilla, y quizás debería haber terminado con su sufrimiento; no sé cómo, entonces lo dejo así, retorciéndose a la luz. Por otro lado, de una forma melancólica su forcejeo me recuerdan a la guerra interna de la inocencia contra la realidad del mundo.

Entro en el departamento, oigo la radio de 1970 de Agni encendida, en la mesa de centro y él durmiendo en el sillón a un lado, lo cubro con dos frazadas y apago su radio. Entro en mi cuarto y tan rápido como puedo tomo asiento en la cama y me tiro hacia atrás, donde mi espalda encuentra una posición cómoda de inmediato.

Cierro los ojos y lo asimilo, veo a una Heaven de dieciséis años. Ella extiende su mano para que la tome, porque he llegado a ella, sin un destino. Tomo su mano y dejó que me lleve al desierto, donde un nuevo camino podría esperarme pacientemente. Tengo la visión de los sangrantes cielos violetas y ganas de devorar las nubes.

La Heaven, de cabello largo y enredado en medio de su corona. Pestañas; con la luz de media noche, arrojando ramas de sombras sobre los pómulos salientes que se curvan suavemente en su rostro. Ojos grandes que adornan sus rasgos y las delicadas líneas que se arrugan al pensar en amorosas voces. Oídos que no buscan susurros de confianza.

La compañía de mi joven yo, me hace viajar y raspar paisajes para revivir los viejos recuerdos hasta que los creados más nuevos, me hace cruzar el límite de conciencia que cubre la percepción de mi realidad, que podrían estar errónea y las burlas de mi propia mente se vuelven indignas.

Es como si tomara mis hilos mentales sucios que se acumulan en los rincones de mi cerebro para enrollarlos, me hace darme cuenta de que la belleza es superficial y solo somos composiciones elementales.

Con esta Heaven el dolor que me atraviesa de mi podrida existencia no se siente, supero la acumulación de carbono en mis pulmones, el aire con ella no es espeso, me hace arder a la luz y casi puedo sentir que lloro de felicidad por eso.

Contra los sutiles gritos de la naturaleza, encuentro la paz, mi hogar. Encuentro el pasado y el futuro encadenados en un presente que exige ser vivido. Esa Heaven me hace descubrir que, a pesar de mi agonía, sigo viva y que cuando cierro los ojos en los momentos impermanentes que enfrentan la muerte de mi mente soñadora y renacimiento, ella también.







Qué lindo, una Heaven descubriendo que no está dividida, si no que ella se acompaña en todo momento.

No sé si deba explicar esto pero el nombre de este capítulo; "La dama que se salvó", hace referencia a la Heaven de 16 años, pues ella abre una puerta crucial para la Heaven actual, también espero se haya entendido la metáfora de las polillas.

Esto es cortito porque continúa el capítulo anterior, no lo puse allí mismo porque se supone que aquí, Heav está por dormirse y no quería poner demasiado relleno hasta que llegara su hora de dormir <3

Fun Fact: Acerca del brillo de las alas de las polillas, era algo que me decía mi papá cuando era pequeña, nunca lo olvide, incluso recuerdo los momentos en donde me lo decía.

Hasta el siguiente capitulo, Cora :3

Colores Primarios ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora