08. Sentencias fragmentadas.

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Jan Sawyer

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Jan Sawyer.


Cierro la puerta del baño luego de entrar en él y contesto el teléfono, no es algo que quiera hacer, pero no ha parado de sonar desde que mi turno en la cafetería comenzó. La llamada es de la persona que he estado básicamente evitando: Seema.

—¿Por qué estas evitándome?, esta cosa me ha enviado al buzón por días —un suspiro pesado se oye detrás del teléfono—. No me digas que sigues molesto por lo que dije la noche del festival de música.

—Semma, no tengo tiempo para esto —niego con la cabeza como si fuera capaz de verme y un mechón negro de mi cabello cae sobre mi frente—. Y sí, aún sigo molesto.

—Estaba borracha, no pensaba bien mis palabras.

—Odio que me hables sobria o ebria —Seema bufa detrás del teléfono—, Quiero decir, todo lo que sale de tu boca últimamente es antipático y muy poco tolerable, sabes que odio esas actitudes.

—Pero...

—Ni siquiera te has disculpado, no hasta ahora, sólo estás excusándote por haberme hecho sentir como la mierda —suspiro intentando relajarme—. Cuando no tengas a nadie y te sientas sola, recuerda este momento y a tu horrible forma de tratar a las personas. Adiós.

Cuelgo. Estoy de buen humor hoy, no quiero desgastarme por algo innecesario, como ella. Seema puede una persona que ataca sin detenerse a base de la egoísta personalidad que tristemente la hace destacar.

—Jan, tu teléfono no para de sonar —Seema extiende mi teléfono siendo un poco grosera.

Veo los mensajes que la pantalla aún bloqueada puede ofrecerme. Mi cuerpo y mente se paralizan de inmediato, además de la intranquilidad que comienza a recorrer por todo mi cuerpo.

—Acaban de echarme de rehabilitación —le digo con la voz inestable. La inquietud comienza a apagar mi voz.

—¿En serio? —Seema comienza a reírse en silencio.

—Seema no es gracioso, mi madre estará muy decepcionada.

Me siento atormentado, sabía que en algún momento me echarían de ese lugar pero he estado muy ocupado las últimas semanas.

—No exageres, Jan, cálmate.

—¿Que no exagere? —bufo—. Hace casi dos años conduje borracho y la policía me atrapó, me enviaron a rehabilitación y... ¿Me estás diciendo que  debo calmarme?

—Sí, has estado yendo por mucho tiempo —hace una pausa en la que aclara su garganta luego de tomar un sorbo de licor—. Y no te enfades, a nadie le dañan un par de verdades. No es culpa de nadie que hayas sido un borracho.

Arrugo mi entrecejo, enojado, luego de que mi mente tomaran tiempo en recepcionar sus palabras cargadas de veneno. Siquiera era un borracho, sí, aquel día abusé del alcohol pero no era algo de lo que abusaba diariamente, ni comúnmente, ni nada por el estilo.

Colores Primarios ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora