00. Crusigramas y canciones en el vacío.

33 3 10
                                    

Heaven Cowan

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Heaven Cowan.

El invierno cambia muchas cosas.

El bosque canta himnos de un país helado, el hielo protege los recuerdos olvidados y los mares viajan mucho antes de convertirse en niebla.

Los pinos se cubren de nieve, las tardes están hechas de chimeneas encendidas, los cuentos se vuelven silenciosos calle a calle, el pájaro de invierno tararea una canción y los días tienen la tendencia de volverse lentos, más que las gotas de lluvia en estos días peculiares.

Son poco más o menos los días de un lienzo desordenado de un artista y el lugar idealizado para los días exagerados llenos de café y la escritura de ex amantes.

Algo que las personas llamarían un nuevo comienzo y el fin de los tiempos. A mí me recuerdan a un abandono con una poco esperanza de resurgimiento. Odio la forma en que la nieve se desliza por las partes vulnerables de mis botas gastadas, como mi piel se secaba y como el cielo es siempre tan gris, a excepción de hoy.

Todos los colores del verano y el otoño se difuminan en el exterior cuando el coche pasa a toda velocidad por los semáforos.

Antes de subir a la furgoneta creí que habría silencio, puedo decirlo. Pero los cuatro chicos junto a mí, cantan una canción que desconozco totalmente, sin embargo, no puedo evitar un sentimiento de comodidad que abruma mi corazón. Casi siento que esta es la forma barata de entrar en el mundo de los que no buscan redención.

Los neumáticos ruedan hasta detenerse sobre el pavimento mojado y resbaladizo. Todos lo que estamos dentro del auto nos bajamos y puedo darme el tiempo de oír las gotas de agua golpeando ruidosamente las ventanas del coche mientras bajan sus instrumentos con mucho cuidado.

Espero a la banda de mi mejor amigo, Agni, pacientemente. Maldigo cundo un frío viento atraviesa mi chaqueta, los mechones de mis cabello color miel se comienzan a empapar de a poco con la lluvia y el aire húmedo y se pegan en mis mejillas enrojecidas.

Cuando entramos en el bar, siento un aire caliente adormecedor sobre mi cuerpo y suspiro de alivio.

Agni le da su guitarra a Karl -su pianista- quien la recibe con una sonrisa, luego mi mejor amigo toma mi muñeca con cuidado. Observó el bar y todas las mesas están ocupadas, dirijo mi vista al frente y me percato de que nos acercamos a una mesa en específico.

Los dos chicos sentados en la mesa a la que me acerca Agni, parecen divertidos y concentrados a la vez, mirando un periódico. Cuando estamos suficientemente cerca de ellos ambos chicos levantan sus ojos del periódico extendido en la mesa.

—¡Jan! ¡Trey! —exclama Agni. Un chico de cabello oscuro mira hacia los lados, percatándose de que el lugar comienza a llenarse de personas—. Que bueno que decidieron unirse y gracias por guardar asientos, chicos —agradece Agni mientras ambos chicos se ponen de pie.

Colores Primarios ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora