Heaven Cowan.Es un buen día. Pequeños eventos que tienen el poder de hacerme sonreír, como lo haría una canción adecuada para comenzar un día. Cosas visiblemente menores con las que puedo olvidar las mierdas retorcidas que me han ocurrido. Esos sucesos de días atrás que mi cerebro marcó.
Aunque es temporal, la ignorancia sobre mi propia vida es realmente casi una bendición, en pocas palabras; un poderoso analgésico para adormecer el dolor, sin necesitar pastillas directamente.
Hace más de un año no era una chica hogareña, ni tampoco una chica de calle. Me gustaban las fiestas pero no iba demasiado. Esta es mi primera fiesta en mucho tiempo y me siento feliz. Lo sencilla y dulce que puede ser Bay hace que me agrade cada vez más.
Entro en el lugar junto a Agni, él se ve más relajado que esta mañana. Bay al vernos, se lanza sobre mí, felicitándome reiteradas veces por mi cumpleaños.
—Gracias por hacer esto, Bay. Eres increíble.
—Lo mereces —responde.
Yo solo río y sobo suavemente su espalda, me separo de ella agradeciéndole por todo. Me adentro más en la fiesta, recibo la felicitación y el abrazo de otras personas conocidas.
—¡Ahí está nuestra chica! —oigo exclamar a Karl.
Sonrío en su dirección, saludo con mi mano acercándome a él y a al otro chico de DIAG.
—Feliz cumpleaños, Ángel.
—Felicidades.
—No te trajimos regalos porque nuestra presencia aquí es suficiente —bromea.
—Qué egocéntrico.
Karl chasquea su lengua y sujeta el cuello de su chaqueta.
—Sé mi valor —vuelve a bromear—. Te dejamos, Ángel, queremos bebernos hasta el agua de los floreros.
Vuelvo a reír.
—Suerte con eso —les digo y hacen unas señas raras en mi dirección.
Me devuelvo con Agni y Bay y me uno a su conversación, luego comienzan a bailar y decido salir a un patio. Hay personas charlando, riendo y cantando.
Voy al fondo del lugar donde hay un par de árboles.
Saco de mi bolsillo un paquete de cigarrillos, dejo solo uno entre mis dedos. Guardo el dicho paquete y con otra mano busco un encendedor, siento las pastillas en el bolsillo trasero de mi pantalón y cierro mis ojos con fuerza, para evitar tomarlas. Son las únicas que me quedan, no he vuelto a ver a Eder y no tengo intenciones de hacerlo.Finalmente tomo el encendedor que buscaba. Cierro mis ojos y me acuesto más cómoda sobre la dura superficie de un árbol.
—Nos estamos matando fumando esto —escucho a mi espalda.
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Colores Primarios ©
Romance"Hay colores que te quitan la vida" • ────── ✾ ────── • Heaven Cowan, una chica con problemas que a menudo no tiene mucho que decir se enamora de un casi poeta que solo siempre tiene mucho que expresar y le roba las palabras. ...