6- LA CITA (MÉDICA)

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Maya•

Caminar por estos blancos pasillos me da terror. La última vez que crucé estos pasillos fué después de mi cirugía, volver a mi antigua vida fue complicado al principio, no quiero empezar de cero otra vez.

Después de dos años de libertad.

En diez minutos entraré para el examen. A pesar de que estoy temblando (de frío por el muy funcional aire acondicionado y por nerviosismo extremo que tengo) me siento contenta y entusiasmada.

—Maya Han —me llaman por el altavoz.

Ya me llamaron.

Ok. Estoy lista.

Me levanto de mi sitio en la sala de espera y camino hacia el consultorio. Mi madre camina detrás de mí con una mano en mi hombro, sus tacones suenan con cada paso y bajo su maquillaje elaborado puedo notar su preocupación.

—Siéntese señorita Han. Es un placer volver a verle. —Me saluda Tom.

Tom Ruiz. El doctor que me ha atendido durante los últimos cinco años. Un señor de poca estatura, tez pálida y cabello canoso. Sesenta y siete años, sin hijos y viudo. Para él soy su única nieta.

—Comencemos, ya sabes que hacer —entro al pequeño baño y cambio mi ropa casual por una bata de hospital.

Tom revisa mi peso y altura.

Hago algunos ejercicios de respiración (sin el tanque de oxígeno) y también de movilidad y visión; sigue tomando mi brazo e introduce una aguja para extraer la sangre.

—Por ahora todo va bien —dice luego de tomar las muestras necesarias —, vamos por las preguntas. ¿Cómo van tus terapias de respiración, las estás haciendo correctamente?

—Sí, todo perfecto.

—¿Y comes bien, vegetales, frutas y proteína?

—Sí, soy demasiado cuidadosa con las cosas que como.

Ayer cenaste una hamburguesa

Pero era diferente. Podía comerla.

¡Sí claro!

Deja de ser irónica conmigo, estamos en un momento serio.

Ya pues.

—Muy bien, me alegra escuchar eso. Y veo que tu cabello está muy largo. ¿Te gusta más así?

—Debo admitir que me gusta tenerlo corto, pero tampoco me molesta así, se ve lindo.

Tom continuó haciendo las preguntas habituales.

Al salir del consultorio mamá se levantó de su silla para conversar con el doctor.

Mientras tanto yo voy a la cafetería, mamá sabe que la espero allá.

Pido una limonada para refrescarme y de paso calmar mis nervios.

A este punto supongo que tengo una obsesión por el limón, es una gran fruta y muy saludable.

MAYA  [en corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora