parte 38..

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Envidia? -dije confundido. Me le quedé mirando y me levanté de la cama como si quisiera robarle un nuevo beso a sus labios. Me acerqué más a ella y ella sonrió ampliamente. Cuando estaba por besar de nuevo sus labios, sentí que me punzaba la cabeza.

- Quédate quieto -susurró. Me recosté y suspiré un par de veces, esperando a que el dolor se me calmara, pero no se detenía. Al contrario me dolía mucho más el cuerpo y sentía espazmos horribles en todo mi cuerpo- ¡Ah! -grité abriendo los ojos.

Miré a mi alrededor y estaba en un cuarto diferente. Lleno de las mismas agujas y con las soluciones en el mismo lugar. El color de la habitación era azul cielo, mis sábanas eran blancas en lugar de azules, el monitor a mi lado derecho estaba ahora en el izquierdo. Mis manos estaban un tanto cálidas, pero no tanto como ahorita hacía unos minutos. Miré a mi alrededor y al primero que vi fue a Joseph.

- ¿Joe?

- Eres un idiota sabes -murmuró y yo entrecerré los ojos. Joseph desvió la mirada y se quedó serio. Pero siguió en la misma pocisión sin decirme nada más.

- ¿Dónde está Scarlett? -pregunté inmediatamente.

- Está en casa... muriendo de un resfriado -murmuró preocupado- no te preocupes Johnny está cuidando de ella. Antenoche que llegamos al hospital en la madrugada, estaba recostada en esa cama -dijo señalándola- tenía mucha temperatura, aquí mismo la atendieron y la mandaron a casa a descansar esa misma mañana.

- Espera... ¿mañana? -dije confundido- ¿Cuantos días han pasado?

- Tres... no habías despertado hasta ahora -murmuró y yo abrí los ojos como plato. ¿De nuevo había soñado con ella, nuestro beso y sus palabras diciéndome que me amaba? ¿Por qué? ¿Por qué la vida era tan cruel conmigo y con mis sentimientos? ¡Pensé que ya la tenía ganada!

- ¿Osea que ella aún no me ve despierto? -pregunté ansioso porque esta solo fuera una broma cruel.

- Así es... -respondió él- ¿por qué?

- Nada -dije desviando la mirada realmente decepcionado. Suspiré y mi corazón bajó de un ritmo bueno a uno lento y atontado.

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