3 - Sorpresa

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El sábado en la noche, Haruka fue a casa de Kazu, llevando ingredientes para preparar una comida deliciosa para celebrar el nuevo trabajo de su amigo. Bebieron un poco, aunque Kazu no acostumbrara a tomar mucho alcohol, y se perdieron en conversaciones divertidas.

- Kazu: Haz bebido bastante, Haruka, porqué no te quedas y pasas la noche aquí?... – ella estaba sentada en el sofá mirando a su amigo.

- Haruka: No tomé tanto... - rió – pero me quedaré... - se puso de pié y se metió en el cuarto de baño.

- Kazu: Te prepararé el futón... - su amiga contestó detrás de la puerta con solo un sonido. Kazu se puso a acomodar el espacio, junto a su cama en la habitación para poder tirar el futón. Levantó una chaqueta que estaba tirada en el suelo y del bolsillo se cayó un pedazo de papel. El chico lo miró extrañado, como tratando de recordar qué era, al tomarlo, vio que no era otra cosa más que el boleto del autobús en el que había regresado a Tokio.

- Haruka: Quieres que te ayude con eso?... – entró en la habitación, acomodándose la ropa – Kazu?... – dijo preocupada al ver a su amigo sentado en la cama con la chaqueta en una mano y el boleto en la otra, con la mirada perdida y la mente absorta en pensamientos y recuerdos de esa noche.

- Kazu: Estoy bien... - contestó, aún sumergido en su mundo y con los ojos fijos en un punto en la pared de color manteca.

- Haruka: Pasó algo?... – se le acercó, él negó con la cabeza – seguro?... – preguntó poco convencida.

- Kazu: Si... es solo que mi memoria se disparó... - le dio el boleto y se puso de pié, ya recuperado en apariencia.

- Haruka: Ha... - sonrió – recordaste a Sawyer y la noche de pasión... - Kazu lanzó una risa algo tímida, con las mejillas rojas.

- Kazu: Si... - sacó el futón del placar y lo estiró en el suelo, Haruka se paró y lo ayudó a acomodarlo.

- Haruka: Quieres verlo de nuevo, verdad?... – la expresión de su amiga había cambiado, parecía melancólica, como preocupada por él.

- Kazu: Si... - la voz de Kazu pareció quebrarse un poco, pero tosió, como reprimiendo ese sentimiento – pero... creo que solo me impresionó su manera de ser... es decir, no puedo decir nada más... es solo excitación!... – dijo algo exaltado por sus pensamientos y Haruka sonrió.

- Haruka: Está bien... es algo que te quedará impregnado en la memoria para siempre... aunque tal vez jamás te lo cruces de nuevo... dijiste que parecía extranjero, tal vez solo vino a tomar un avión... - Kazu la miró y sonrió.

- Kazu Es cierto... pero igual... no puedo evitar que mi estúpida cabeza me diga que existe esperanza... - ella rió.

- Haruka: No es tu cabeza la que habla, amigo!... – él enrojeció por completo.

- Kazu: Ya, cállate!... – rezongó - ... voy al baño y me iré a la cama... - se puso de pié.

- Haruka: Ok... yo ya me acuesto... - contestó riendo.

La penumbra del departamento no ayudaba a Kazu a dormir, solo le dejaba pensar aún más en ese encuentro apasionado en el autobús. Se decía a sí mismo que debía dejar ir aquellas banales esperanzas, estúpidas ante la lógica y el sentido común, pero aún así, difíciles de erradicar. Miraba cada a tanto a su amiga, que parecía haber quedado inconsciente en la almohada en vez de dormirse pacíficamente, y giraba de un lado a otro, aturdido por los recuerdos que emergían, trayendo cada gemido, cada caricia, cada beso y volvía a erizarse su piel y a enturbiarse la razón.

Acoso LaboralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora