16 - Página en Blanco...

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El día siguiente amaneció prometedor. No hacía tanto frío como en los días anteriores y Kazu abandonó su departamento más temprano de lo normal, pues el viaje en el tren era esta vez más largo que para llegar a la compañía de Sawyer. Una calmada ansiedad entusiasta le llenaba el espíritu, aunque cautelosa, esa sensación lo llenaba de energía. El tren saturado de gente parecía despertarlo, haciendo que todo aquello fuera real, y la música que solía escuchar siempre hacía que al mismo tiempo se sintiera extraño, como dentro de una rutina ajena.

Su amiga llenaba su celular de mensajes positivos y de buenos deseos enviados también por su madre que se había enterado de toda la situación y, como lo amaba como a su propio hijo, estaba apenada por el asunto. Sonrió gracias a esos mensajes en varias ocasiones y a cada sonrisa, se llenaba un poco más de positividad.

Cuando bajó del tren, acelerado por la masa de gente que se movía junto a él, se apresuró a llegar a las escaleras y salir al exterior, donde la fresca mañana lo recibió. Caminó las tres cuadras que lo separaban del edificio de Gold and Silver, y tuvo que detenerse un instante antes de entrar. La fachada del edificio de unos treinta pisos era mucho más imponente y fría que la de Crow's Publicity, empresa en ascenso y que solo requería seis pisos para ordenarse. Kazu llenó sus pulmones de aire, tratando de animarse y entró decidido a comenzar de nuevo, y de alguna manera, esta vez era tan diferente que se sentía como si fuera a su primera oportunidad laboral.

Se anunció en recepción ante las tres personas que allí estaban y una de las mujeres llamó a alguien por el interno. Kazu quedó a la espera, mientras miraba la cantidad de gente que entraba y tomaba alguno de los cuatro ascensores que había disponibles. Casi diez minutos pasó mirando ir y venir a los empleados de todas las edades, tamaños y formas, hasta que una persona se apareció para guiarlo. Era un hombre de unos treinta y tantos años, que recibió sus papeles y lo llevó hasta el piso número doce donde trabajaría, rodeado de al menos otros veinte publicistas gráficos.

A penas le explicó muy brevemente cómo funcionaba la empresa en el camino hasta el cubículo donde trabajaría, y lo dejó allí sentado con una parva de labores por hacer. Kazu se apresuró a evaluar cada pequeña carpeta que contenía la información de los clientes y sus ideas para los productos, así pudo poner manos a la obra a menos de una hora de haber comenzado su nuevo trabajo.

El día se le hizo largo, más aún cuando los demás en el piso descubrieron que ya estaba en su lugar y comenzaron a hacer preguntas y a buscarle información. El joven trató de mantenerse concentrado y avanzar lo más posible, sobre todo porque algunas de las marcas tenían la fecha muy próxima. El almuerzo fue un momento particularmente tenso, ya que la cafetería de los empleados estaba en el mismo edificio, y todos se sentaban por grupos de amigos, lo cual hacía que Kazu se sintiera muy solo.

Cuando la jornada laboral se terminó, el muchacho decidió llevarse algunas notas sobre las peticiones y las ideas que debía desarrollar. Tenía mucho por hacer y sentía que debía en verdad esforzarse mucho hasta hacerse de un lugar cómodo en la nueva agencia. Llegó cansado hasta los huesos a su departamento esa noche a penas con energía de contrale a Haruka como le había ido cuando ella llamó.

Las primeras dos semanas se pasaron volando, y la única diferencia que Kazu logró en esos días, fue sentarse a comer acompañado de dos chicas del piso y de un joven un par de años mayor que él. Pero a pesar de sus esfuerzos, el trabajo se acumulaba a la misma velocidad en que avanzaba, así que nunca podía bajar el ritmo. Siendo un muchacho muy exigente consigo mismo desde siempre, Kazu aumentó las responsabilidades que tenía, llevando más trabajo a casa, y esto lo ayudaba no solo a sentirse mejor por cumplir en la empresa sino a distraer la mente.

Acoso LaboralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora