El primer mes del año se pasó volando para Kazu, entre nervios y emociones exaltadas causadas por su trabajo y la tumultuosa relación que llevaba con el presidente de la compañía, la cual se había acomodado a su propia rutina de encuentros pasionales los fines de semana, prácticamente sin faltar uno, además de algún ocasional desliz en días laborales dentro de las paredes de la oficina. A pesar de la vergüenza que esto le causaba, el muchacho estaba feliz de ir de a poco profundizando su relación con Sawyer, a quien sentía conocer mejor cada día que pasaba. La licencia de Melany iba acortándose cada día más y marcaba las últimas semanas del puesto de supervisor para Kazu, quien en realidad ansiaba regresar a la tranquilidad de su cubículo.
Cierto día a finales de enero, una mañana especialmente cálida, Kazu preparaba su maletín con insumos esenciales para partir hacia la sala de juntas del edificio, donde todos los supervisores acompañarían a Sawyer en una importante reunión con los dueños del lujoso hotel tradicional que aún buscaba representantes. Tomó las muestras con las que estaba satisfecho, las notas que había escrito y se esforzó por no ponerse nervioso, consciente de la magnitud de la nueva cuenta. Antes de salir de la oficina, miró el calendario y suspiró largamente con su atención sobre el cuadro del día veintiocho, y sus mejillas enrojecieron al notar que llevaba un mes saliendo con el atractivo australiano. Se aventuró hacia el pasillo, sintiendo su corazón latir de prisa, y resintiendo el hecho de que la noticia de la junta adelantada de su fecha original, hubiese ocasionado que el día anterior no haya podido ni cruzar palabra alguna con Sawyer, que ni siquiera pudo llevarlo a casa debido a la cantidad de trabajo por hacer.
Tomó el ascensor, donde se encontró con el supervisor del piso de jingles quien le sonrió cordialmente, aunque lucía más nervioso que el propio Kazu y bajaron hacia el piso donde el muchacho había tendido su entrevista inicial junto con los demás. Su mente divagaba entre conversaciones con Sawyer y sus encuentros turbulentos y rijosos, que ponían su corazón a saltar ante la sola memoria de los roces, las caricias, los besos, las palabras y cada detalle en su mente contenido. Hacía un esfuerzo por no pensar en esas cosas que lo distraían de su trabajo, pero encontrar al abrirse las puertas metálicas al australiano preparando todo para la junta, le quitó las fuerzas. Sonrió de manera casi involuntaria y saludó como lo haría cualquier empleado, así como saludó el hombre que lo acompañaba.
De a poco fueron llegando todos los supervisores a la sala, cada quien traía consigo aquello que había logrado concebir con su equipo de trabajo. Comparaban los resultados, aunque ya sabían bastante del trabajo de las demás áreas, ya que todo debía ajustarse y sincronizarse entre sí para responder a las demandas de los clientes potenciales. Finalmente llegaron aquellos hombres de edad avanzada y costumbres arraigadas, y Kazu no pudo evitar sentirse nervioso.
Saludaron muy formalmente a todos mientras el presidente de la empresa los presentaba, y Kazu trataba de no ruborizarse mucho más de lo que ya estaba, escuchando la voz de su amante, que se veía tan serio y concentrado en su labor, que lo envolvía un aura más sensual que la usual. Respiró hondo cuando lo presentó a él y saludó muy serio y profesional a los dos hombres que venían en representación del hotel.
La junta comenzó, con el elocuente presidente que hablaba de lo que ofrecían y de la creatividad de su equipo, que empezó de inmediato con la demostración. Uno a uno fueron hablando de sus ideas y los ancianos parecían no sentir nada en absoluto, ni bueno, ni malo. Kazu se concentró lo mejor que pudo, y sin tartamudear ni vacilar un poco, expuso su parte y mostró los afiches que había pintado junto a Megumi en los días que habían pasado. El dibujo estampado en el lienzo, produjo por primera vez en la mañana una reacción positiva en los ancianos que se entusiasmaron y felicitaron a Kazu por su capacidad de descifrar lo que deseaban.
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Acoso Laboral
RandomKazumi Hikoi es un recién graduado publicista gráfico, de excelentes promedios y gran potencial, que acaba de perder a su madre a manos de un devastador cáncer. Luego de pasar una temporada en el campo con sus parientes, regresa a Tokyo con la esper...