4 - lluvia de Otoño

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El segundo día de trabajo de Kazu, así como el resto de esa primera semana, se hizo largo y estresante. Cada noche le costaba conciliar el sueño, y cada día trabajaba tenso, preocupado de la posibilidad de cruzarse con Sawyer en el ascensor, a la salida a la hora de almorzar o a la hora de terminar la jornada laboral. Se esforzaba por concentrarse en sus trabajos, en hacer lo que le pedían con entusiasmo y eficiencia, y lo hacía tan bien como siempre, aunque regresaba a casa con el cuerpo y la mente agotada de fingir y de esperar ese encuentro que no parecía llegar, y que quería no desear.

Llegaba cada mañana puntualmente y marcaba su tarjeta como Melany le había enseñado, se sentaba en su cubículo, acomodaba las cosas, se preparaba un café y se ponía a trabajar. Se fue creando una rutina e intentando separar los recuerdos de la noche en el autobús de su vida profesional, pero, a pesar de no decirlo ni a Haruka, sentía cada día más fuerte el deseo de buscar el encuentro con ese hombre impetuoso y salvaje. Más aún, en ciertas ocasiones había tenido la intención de quedarse fingiendo ordenar, haciendo tiempo en la entrada del edificio o en el piso donde trabajaba para cruzarlo en el trayecto, actitud que se cuestionaba él mismo y terminaba acobardado, caminando a prisa hacia la estación.

Pasada ya una semana y unos días más de su inicio en la empresa, Kazu estaba muy concentrado en su tarea a media mañana, cuando el perfume de Sawyer lo sacudió de pronto, y al alzar la vista lo encontró hablando con Melany. Sin darse cuenta lo siguió con la mirada hasta que se alejó por el pasillo hacia el ascensor, pero en un punto de ese trayecto, él giró un poco su cabeza y clavó su mirada justo en los ojos de Kazu, quien bajó la vista de golpe, ruborizado, dejándose en evidencia.

Apretó los ojos enojado por su reacción involuntaria y siguió moviendo el lápiz con el que estaba dibujando su boceto para una publicidad de cámaras digitales. Sentía que la cara se le incendiaba por la vergüenza, pero no se atrevió ni por medio segundo a mirar a Sawyer nuevamente, solo esperó. Esperó hasta que la campana del ascensor cerrando las puertas le avisó que se alejaba de él y pudo volver la vista hacia aquél lugar, para ver como las luces indicaban que subía hasta el último piso.

Ese día, apenas unas horas más tarde, durante el almuerzo, Kazu le mandaba mensajes a Haruka contándole lo que había hecho, y lo idiota que se sentía, como si necesitara que su amiga lo retara por esa acción. Melany y los otros ingresantes, junto a los otros dos empleados del área que llevaban tiempo trabajando en la empresa, almorzaban con él y le gastaron algunas bromas por distraerse con su teléfono mientras comían y conversaban.

A pesar de ese día, y para asombro del muchacho, el tiempo empezó a irse rápido en su trabajo. Melany le encargaba a él los proyectos individuales más difíciles, pero Kazu resolvía todo velozmente y siempre las compañías terminaban eligiendo sus propuestas. Para cuando llegó el mes de Noviembre, Kazu había conseguido una importante comisión extra producto de su trabajo duro, y llevaba menos de dos meses trabajando en "Crow's Publicity".

De vez en cuando, el movimiento de la empresa lo llevaba a cruzarse con el presidente en algún recoveco del edificio, lo que le provocaba leves ataques de pánico y crisis de nervios, aunque jamás había tenido que lidiar con estar a solas con él. Sawyer jamás le había dirigido la palabra puntualmente desde el día en que comenzó, ni tampoco había prestado demasiada atención al mirarlo, más allá de ese día que al recordarlo lo llenaba de vergüenza y de incomodidad. Pero ahora en la mente de Kazu crecía el merecido orgullo profesional, aquél suceso estaba ya a un mes de distancia en el pasado y en el horizonte parecía haber solo éxitos para el joven publicista.

La plenitud del otoño había llegado con todas sus fuerzas a la ciudad y una nueva semana comenzaba para Kazu, quien se despertó con entusiasmo a pesar de la helada lluvia que mojaba todo y a todos. Tomó el tren como de costumbre escuchando su música preferida y una extraña sensación enérgica en todo su ser, como aquél primer día de trabajo en el que aún aguardaba inocente la presentación a sus pares y superiores.

Acoso LaboralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora