33-Nata

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Narra Lia:

Después de media hora en plena guardia, llegó el gran momento, el más esperado...

Finn se removió en el sillón, se iba a despertar dentro de nada, en cuestión de segundos.

Abrí el bote de nata, y lo eché en la mano, con sumo cuidado.
Me acerqué a él y le acaricié la cara con las yemas de los dedos.

Por un momento me arrepentí.

Se veía tan tierno.

Hice un puchero.
Pero lo borré rápidamente, porqué me iba a reir y mucho
de él.

Se revolvió otra vez, y finalmente, se llevó la mano a la cara para rascarse.

Pero...no salió como esperaba.

Error mío.

Le puse la crema en la mano izquierda.

Y él se rascó con la derecha.

-¿Que tenías entre manos?-preguntó una vez consciente de mi malvado plan.

-N-nada.-me intenté alejar de él.

-Entonces...¿qué es esto?-señaló su mano divertido.

-Había una arañita y...eh yo...iba a ahogarla.

-¿Con la crema?- levantó una ceja al borde de la risa.

-C-claro, lo primero que he visto.-me intenté excusar.

-¡Ah! Claro...tiene sentido.-por un momento pensé que se lo había creído por su expresión.

Hasta que me di cuenta de que ya no estaba sentado en el sillón, sino enfrente mía. Y de que era actor.

-¿Te puedo hacer una pregunta? -me cuestionó demasiado cerca.

-Ya la has...hecho.-susurré.

-¿Porqué eres tan...preciosa?-me ignoró sin alejarse.

-Eh...yo...me voy a presentar a un...participar en un...-tartamudeé.

-¿Concurso? -susurró DEMASIADO cerca de mi boca.

-Si si, un concurso de...belleza.-me perdí en café de sus ojos.

-Ya veo...-se alejó en un instante.

Fruncí el ceño y lo siguiente que vi fue una mano estampándose en mi cara sin llegar a hacerme daño.

-Te la debía mi amor.- me lamió la nariz llena de nata, bueno, toda mi cara estaba llena de crema.

-¡¡Que asco!!- grité corriendo hacía el baño a limpiarme la cara mientras él reía abiertamente.

-¿Te da asco mi saliva?- preguntó detrás de mí.

-¡Dios sí!- me froté la nariz con jabón.

-No te da tanto asco cuando la compartimos.- contraatacó recargado en el marco de la puerta.

-Nosotros no compartimos saliva.- le pegué un manotazo en el brazo.

-¡Mentirosa!

-Di lo que quieras.- le saqué la lengua.


Narra Finn:

Saqué el paquete de mi armario y lo miré fijamente durante varios minutos.

Tenía miedo.
No sabía que me respondería.

Una parte de mí me decía que me diría que sí.

La otra que me daría calabazas.

Me levanté y me dirigí a la cafetería en la que habíamos quedado.

Después de estar toda la mañana en su casa durmiendo, habíamos decidido volvernos a ver esta noche en una cafetería nocturna preciosa.

Definitivamente uno de mis lugares favoritos.

Me miré al espejo tres veces más antes de salir de casa.

Ajusté los cordones de mis zapatillas. No me quería caer enfrente de ella.

Dios mío Finn, por esto nadie te quiere.

Para cuando estaba a punto de abrir la puerta de la cafetería, una voz interrumpió mi acción.

-¿Finn?

-¿Iris? ¿Daniel?- cuestioné.

-Dylan.- corrigió éste serio.

Ricitos de Carbón- Finn Wolfhard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora