CAPÍTULO 2

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[...]

Mis oídos se tapan por completo como siempre, haciendo de esto algo aún más fantástico, puedo sentir el frío aire rozando de tal manera todo mi cuerpo, y es tan relajante. 

Y eso sumado a las vistas—por dios las vistas son espectaculares—puedo observar los distintos tonos de verde y café que hay debajo de mis pies, pareciera como si fueran una manta hecha con parches o retazos de distintos verdes, y por arriba puedo contemplar los hermosos tonos pero ahora de azul que en el cielo sin nubes se pinta. 

Esto es como una probada del paraíso, como desearía que este momento pudiera ser eterno, es como si sólo por este lapso de tiempo pudiera transformarme en una ave, que vuela totalmente libre por los aires.

Pero como todo en este mundo tiene un final, mi vuelo llega también al suyo. 

Controlando los frenos, me inclino hacia atrás hasta que mis pies tocan la tierra, de este modo consigo derraparme para caer sentada y observo cómo el paracaídas ya desinflado cae por completo.

Me levanto sacudiéndome los restos de pasto y tierra, hasta que luego uno de los instructores recoge el paracaídas, me retira la gran mochila y los cinturones los desata uno a uno.

—Gracias—respondo con la respiración acelerada y él sonriendo asiente, cuando escucho el grito de un hombre.

—Esto ha sido una reverenda estupi...

—¡Luc ya cállate!—escucho que le grita otro hombre, en menos de cinco segundos veo pasar al otro tipo guapo de hace un rato corriendo en dirección contraria a la mía y de inmediato adivino de quién ha provenido el grito.

Suelto una risita.

Un hombre tan impotente y guapo como él, aparte de ser un engreído es un miedoso, «que gran combinación», me digo con sarcasmo. Estoy apunto de írselo a decir en la cara, pero creo que eso ya sería demasiado impertinente de mi parte dado que no conozco al tipo, y sería una pérdida de tiempo.

Me meto al establecimiento y recojo mis pertenencias—una pequeña bolsita negra donde llevo el móvil, y las llaves, entre otras cosas—enciendo mi móvil y cómo no, tengo mensajes de Kara y joder cinco por ciento de batería, así que leo lo más rápido que puedo los mansajes.

Perdón Mel, pero la madre de Zach, tuvo graves problemas con su salud.

¡Un ataque cardiaco! puedes creerlo, y tuvimos que irnos de inmediato.

No pudimos avisarte, espero hayas disfrutado como siempre, te veo en casa.

Besos.

No puede ser, ahora tendré que tomar un taxi y a mi móvil se le ha acabado la maldita batería.

—Disculpe—le toco la ventanilla a la linda señorita rubia de la caja.

—¿Va a pagar por otro lanzamiento?—me pregunta asombrada.

—No, no, no—aunque pienso que si tuviera el dinero con gusto lo haría, pero justo ahora ando apretada de gastos, por lo menos hasta conseguir otro trabajo—sólo quería preguntarle si me dejaría realizar una llamada telefónica.

—Oh, claro, ¿disculpe?—pregunta en un susurro apenada, poniéndose algo roja.

—¿Sí?—respondo de igual manera.

—¿Ha visto si el hombre guapo que se iba a lanzar también, ya sé ha ido?, es que fui al baño y no pude verlo.

Ni siquiera tengo que pensarlo demasiado, ya sé a quién se refiere, pero para no verme igual que ella digo como si fuera cualquier cosa.

LA OSCURIDAD EN TU MIRADA© (Nuestras Miradas #1) [COMPLETA✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora