CAPÍTULO 9

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[...]


Intento moverme, pero siento algo grueso, fuerte y de gran peso sobre mi estómago, como un cinturón de hierro, lentamente voy abriendo mis ojos—ya que se sienten muy pesados como si dos rocas colgaran de ellos—como puedo consigo abrirlos y me recibe una cálida luz.

Siento en mi cabeza unas punzadas dolorosas.

¿Qué es lo que pasó?

Intento moverme pero lo único que consigo es pegarme más al cuerpo masculino que tengo por detrás.

¡Pero qué mierda...!

Miro de reojo lo que es lo que está detrás mío, al parecer es un hombre lo bastante guapo que duerme profundamente y que se ha aferrado a mi cintura tan confianzudo.

¿Pero qué carajos pasó anoche?

Me levanto tan alarmada, para mis suerte consigo zafarme de sus brazos, y es cuando me doy cuenta de que esta no es mi casa.

La cama de la que me he levantado es enorme, tiene una cabecera que parece el respaldo de un sillón de color gris, debajo de la cama hay un tapete del mismo color, dos buros blancos uno a cada lado de la cama, la pared del lado de cama es de madera y hay unos cuadros abstractos con unas figuras a blanco y negro colgados de ella, al lado izquierdo hay un gran ventanal de piso a techo con una tela blanca, pero que también tiene otra cortina verde oscuro sólo que está recogida a un lado.

En la pared contraria hay una pared blanca con un hueco justo a la mitad de ella, dónde descansan unos libros, y tres bonitas velas en lo que parecen unos vasos cuadrados cafés, ¡por dios esta habitación es demasiado moderna y lujosa!

Mi apartamento para nada es así, pero lo que más me sorprende es el hombre acostado en la inmensa cama, con las sábanas cubriendo hasta su abdomen. Es demasiado guapo. Se me hace increíble que yo haya despertado en su cama, sus largas pestañas y nariz perfilada, ¡dios!, con tan sólo verlo mi entrepierna se humedece por el deseo de sentirlo en todo su esplendor, su respiración es acompasada, su torso es perfecto, y lo peor es que es mi jefe.

Esto no debería estar pasando pero es mi culpa, yo lo permití, si desde un principio lo hubiera frenado y marcado la raya, él se hubiera aburrido y se hubiera olvidado de mí.

Pero es que es bastante difícil teniéndolo frente a mí, es tan irresistible, él es como un imán y yo soy el metal atraído a él sin remedio, sin siquiera quererlo, simplemente sucede por las leyes de la naturaleza.

Como si sintiera mi mirada abre los ojos, y sonríe maliciosamente.

—¿Te gusta lo que ves?

Casi me dan ganas de aventarle un zapato, pero me doy cuenta de que no tengo zapatos y no los veo en ninguna parte.

Rápidamente caigo en la cuenta de que llevo una playera blanca holgada y que tapa justo debajo de mis muslos, siento mi pechos a través de la delgada tela— no tengo sujetador—alzo un poco la playera y veo que si llevo bragas.

Le lanzo una mirada asesina

—¿Tú y yo no habremos...—dejo la pregunta inconclusa, ya que es demasiado obvio lo demás.

—¿Follado?—me mira como si él fuera un niño muy inocente—no, estabas demasiado borracha, perdiste un poco la consciencia, te cargué para subirte al coche, luego vomitaste, me hiciste detenerme a medio camino y ¿quieres que continúe?

—¡No!—chillo—¡cállate!—joder, no quiero saber todas las estupideces que hice anoche no estando en mis cinco sentidos—¿Dónde estamos?

—En mi ático.

LA OSCURIDAD EN TU MIRADA© (Nuestras Miradas #1) [COMPLETA✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora