Cuando mis amigos me encontraron, yo estaba abrazada a Sebastian como si este fuera la puerta en la que Rose había flotado después de que el Titanic se hubiera hundido.
Luca fue el primero en encontrarme. Él se encontraba completamente seco, pues su búsqueda se había limitado al edificio en el que se encontraban los objetos perdidos y en preguntarle a las personas que iban pasando por ahí si habían visto un oso de peluche.
—No quería irme y que alguien llegara con Sebastian después —se explicó, mientras me ayudaba a quitarme mi abrigo mojado.
—Yo lo pregunté en cada uno de los salones del O —me contó Eliana, que me estaba intentando secar el pelo con un manojo de papel higiénico. Ella también se encontraba seca.Estábamos en un baño del H, un edificio que se encontraba casi a los pies de mi accidente. Yo estaba conmocionada. El alivio de haber recuperado a Sebastian era tan grande, que sólo quería concentrarme en eso. Tenerlo entre mis brazos de nuevo se sentía extraño, como si hubiera recuperado una parte de mi cuerpo que no sabía que me faltaba.
La única que había estado corriendo para un lado y para el otro con esta lluvia había sido yo. Sorprendentemente eso no me molestó, de todas maneras, había sido yo la que había encontrado a Sebastian.
Mis amigos intercambiaron una mirada cuando se dieron cuenta de que yo no les iba a contestar.
—A ver, Lisis, ven y siéntate acá. —Eliana me guio con cuidado sobre el mesón de mármol que sostenía una fila de cuatro lavamanos. Había un espacio justo para que cupiera sentado el cuerpo de una persona—. Tienes que secarte al menos los pies, pareciera que te metiste debajo de una cascada con ropa, ¡debes de estar muerta del frío!
Vi como Luca ponía mi maleta en el suelo y ayudaba a mi amiga a quitarme los zapatos. De cada uno de ellos salió un poco de agua lodosa y apestosa. Hice una mueca de dolor cuando Luca me retiró el zapato derecho.
—Parece que te lastimaste más de lo que parece —me dijo, sosteniéndome con delicadeza el pie—. Dime si esto te duele —me pidió, tocando mi tobillo en diferentes partes.
—¡Auch! —solté, cuando este presionó un punto en específico.
La adrenalina y el shock del momento empezaban a desvanecerse, lo que provocaba que ahora sintiera más cansancio en mi cuerpo y un dolor que antes no sentía en mi tobillo derecho.
—Creo que se lo torció —le dijo Luca a Eliana, con semblante preocupado. Su mirada iba de mi pie a mi amiga, de mis ojos a Sebastian y se devolvía de nuevo al principio.
—Entonces tenemos que llevarla a un hospital. —Mi amiga quiso quitarme a Sebastian de mis manos para pasarme otra bola nueva de papel higiénico, pero yo le hice un pequeño berrinche y no tuvo más remedio de desistir de su misión. Eliana soltó un bufido—. Anda de terca —le dijo a Luca.
Yo los miré mal a los dos.
—Si quieres ocúpate de sus zapatos y sus medias —le contestó Luca a Eliana, pasándole mis cosas. Él las estaba secando primero con papel higiénico y luego en el secador de manos de aire caliente que había en el baño—. Yo me ocupo de ella.
Mi amiga alzó una ceja en un gesto de curiosidad.
—De acuerdo. —Tomó las cosas que Luca le ofrecía y se puso manos a la obra.
Luca se acercó a mí y se recostó un poco contra la pared, para quedar más cómodo. Tomó mi pie izquierdo y, apoyándose de este, hizo que subiera un poco la pierna para que le quedara a una buena altura. Para lograr este cometido tuve que apoyar mi espalda contra el vidrio del baño. El reflejo de Eliana me dirigió una mirada sugestiva que ignoré olímpicamente. No estaba para esos dramas en este momento. Vi cómo Luca tomaba la bola de papel higiénico y me la pasaba con delicada firmeza por la planta de mi pie. Me retorcí un poco.
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Encántame
Novela JuvenilLisis ha convertido a Sebastian en un oso de peluche, ahora deberá de encontrar una solución a su problema antes de que sea demasiado tarde y las consecuencias sean irreversibles... Desde que Lisis conoció a Sebastian el semestre pasado en una clase...