Meter la llave en la cerradura se sintió como una pequeña victoria. La calidez del apartamento me envolvió de inmediato y dejé a Sebastian en el suelo y este se tambaleó hasta el sillón de la sala.
—¿Quieres ver una película? —me preguntó, estriándose un poco.
Caminé hacia donde se encontraba y lo ayudé a subir al sillón, dejé mi mochila en el puesto vacío a su lado y le pasé el control remoto.
—Bien, elige algo para ver mientras veo qué dejó mi madre de almuerzo. —Me quité las pantuflas en un solo movimiento y entré a la cocina. Puse mi pelo en una cola de caballo alta y olisqueé las ollas que se encontraban en la estufa.
Pasta al pesto.
El estómago me rugió y la boca se me hizo agua de inmediato. Adoraba la pasta, de todas las maneras posibles: al pesto, al burro, carbonara, boloñesa, la lasagna, los raviolis... la comida italiana para mí era una de las que encabezaban mi top tres de mejores gastronomías del mundo. Sin embargo, ya había tenido pasta al almuerzo en la universidad y, aunque había sido con otra salsa, seguía siendo pasta.
Me calenté una buena porción, no podía ponerme de quisquillosa en este momento, no tenía las energías o la paciencia para prepararme algo diferente.
Salí de la cocina en medio de un bostezo hambriento y me senté al lado de Sebastian, retirando la mochila de mi puesto. Él había puesto Netflix y ya había elegido una película: El Resplandor, de Stephen King, refulgía en la pantalla.
Alcé las cejas, una elección interesante.
—¿Amante de los clásicos del terror? —pregunté, tomando asiento.
—Siempre que tengo un mal día procuro ver algo de terror o suspenso —me confesó Sebastian, alzando los hombros—. Son cosas que me hacen pensar "bueno, por lo menos no soy ese tipo". Mis problemas se ven un poco más pequeños después de eso —Sebastian hizo una pausa, como si se acaba de percatar de algo—. ¿En qué momento cocinaste esa pasta? —preguntó.
Una pequeña risa salió de mis labios, liberando un poco de presión.
—Yo no la cociné, mi madre la preparó de almuerzo —le expliqué.
Sebastian se quedó un momento en silencio, como si estuviera considerando el asunto.
—Pensé que vivías sola —admitió.
—¡Ja! ¿Por qué iba a tener un apartamento tan grande solo para mí? —inquirí, sin entender de dónde sacaba esa conclusión tan absurda.
—No lo sé... —Sebastian se encogió de hombros—. Había tenido la impresión de que había permanecido solo todo el día. No vi a tus padres esta mañana y ya es tarde, deberían estar aquí a esta hora, ¿siempre es así?
Las palabras se quedaron atascadas en mi garganta, si bien sí era cierto que casi no veía a mis padres durante la semana, todo dependía bastante de sus horarios y los domingos eran los días ideales para pasarlos en familia. No me había percatado que durara tanto tiempo sola en casa, mis rutinas se desenvolvían en la universidad o mi habitación, nunca llegué a percatarme de la poca presencia de mis padres.
—Ahora que lo mencionas... sí, siempre es así. Pero no me molesta, he aprendido a sobrellevarlo —contesté, metiéndome un bocado de pasta a la boca.
—Ya veo... —Sebastian tomó el control remoto y buscó el play, parecía dudar en sí debía comenzar o no la película—. Entonces digamos que, en lo que permanezca así, puedo hacerte compañía, pero tienes que hallar la manera de devolverme a mi cuerpo. Ese es el trato, ¿listo?
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Encántame
Novela JuvenilLisis ha convertido a Sebastian en un oso de peluche, ahora deberá de encontrar una solución a su problema antes de que sea demasiado tarde y las consecuencias sean irreversibles... Desde que Lisis conoció a Sebastian el semestre pasado en una clase...