Teddy Bear

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Ship: Ron x Harry x Hermione
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El guardapelo.

Ese jodido guardapelo era el causante de todos sus problemas.

Una relación que les había llevado años construir y fortalecer. Su perfectamente imperfecta relación cosida con algodón y pluma, relación en la que puso su corazón y alma, se estaba destrozando, y todo gracias a ese puto guardapelo y a cierto mago oscuro que se empeñaba en destruir a uno de sus novios.

Oh, ¿qué podía hacer ella por sus chicos?

Todo había comenzado una fría noche de otoño, Ron siempre tuvo el mal hábito de hablar en sueños, nunca le pareció preocupante. O por lo menos no hasta esa noche.

Cuando el chico comenzó a hablar dormido, diciendo las cosas que les haría, Hermione lo atribuyó al efecto que el guardapelo tenía en el pelirrojo.

No le importó, no se asustó.

O por lo menos de eso intentó convencerse a sí misma.

No, el problema no habían sido las palabras que habían salido de los labios del chico cuando no estaba consciente, sino el cómo actuó la mañana siguiente. En el momento en el que Ron se abalanzó contra Harry más que dispuesto a ahorcar al chico, una vez más atribuyó su comportamiento errático al efecto del guardapelo, aunque había algo muy dentro de ella que sabía eso no era solo un efecto secundario.

—Tranquilo —decía ella mientras que hacía un intento de rebajar con hielo el ardor y moretones que se habían instalado en el cuello de Harry a causa de la violenta acción de Ron —, pienso que el guardapelo nos está alterando un poco a todos. No creo que Ron te haya querido lastimar, no de manera consciente. 

Harry le dedicó una mala mirada que le gritaba que se callara.

—No parece que esté muy arrepentido —le espetó mientras su mirada se dirigía a las afueras de la tienda de campaña, donde Ron daba vueltas sin rumbo por el corto perímetro que abarcaban los hechizos que los ocultaban del resto del mundo.

—¡Por supuesto que lo está! —chilló intentando abogar por el pelirrojo —. Seguro se siente tan aterrado como nosotros, dale un poco de tiempo. No es como si estuviera planeando asesinarnos. Te prometo que todo mejorará.

Y puede que en serio creyera lo que había dicho, como también puede que dijera eso solo para hacerse sentir mejor a sí misma, como si intentara convencerse de que no tenía miedo.

Pero cada día se volvía más difícil decirse que todo estaría bien. Ron no volvió a tener otra crisis, sin embargo, las cosas no mejoraron. Conforme los días pasaban, la relación de Harry y Ron se iba deteriorando. Había comenzado como simples miradas iracundas que eran dedicadas al otro, o pequeñas discusiones. Pero antes de que se diera cuenta, ya eran peleas colosales y palabras impregnadas de veneno, que salían con toda la intención de herir al otro.

Cuando encontró aquel cuchillo y fotografías cortadas de ellos escondidos debajo de las sábanas de la cama de Harry, entró en un estado de desesperación.

—¿Debería estar asustada? —Se preguntó en voz baja antes de colocar aquellos tétricos objetos devuelta en el lugar en donde los había encontrado.

Ositos, había sido como los había apodado al inicio de su noviazgo. Ellos eran sus ositos. Eran su consuelo, sus amores. ¿Cómo su amor se había convertido en algo tan violento?

Todo era tan dulce, hasta que comenzaron a planear cómo matarse entre ellos.

El tiempo pasó, y pronto Ron se marchó, dejándolos a Harry y ella con la misión de buscar los Horrocruxes, terminando con ellos en el proceso, pero ella no lo superó. No sabía cómo.

Pero ahora estaba de regreso, después de salvarle la vida a Harry. Cualquiera creería que con Ron de regreso las cosas serían más fáciles, menos tortuosas. Y en cierto sentido sí lo eran, Ron y Harry habían retomado la relación —incluyéndose ella, por supuesto— y funcionaban como una sola mente, sus planes habían mejorado y encontraron una manera más sana de mantener la situación del guardapelo bajo control.

Pero había algo, algo que no la dejaba dormir por las noches.

No se supone que debas temer de tus novios, ¿o si?

Era aterrador la manera en la que estar con ellos la paralizaba.

No lo había notado hasta aquella tarde, estaba sentada en la sala de la casa de verano en la que estaban viviendo Bill y Fleur. Luna y Dean ayudaban a Fleur a plantar algunos rosales en el jardín, en un intento de encontrar algo que los entretuviese. Ron y Harry habían ido a dar un paseo por la playa. El encierro los estaba volviendo locos a todos.

Entraron por la puerta principal entre besos, sin siquiera tomarse el tiempo de revisar si había alguien además de ella en la sala. Se desplomaron sobre el sillón, atrayéndola hacia ellos, llenándola de besos también. Solía amar cuando hacían el amor, pero esa vez había algo diferente, algo que no se sentía bien.

Despertó a mitad de la noche, con Harry mirándola, un brillo extraño se había apoderado de los verdes ojos de su chico. Algo aterrador.

No estaba asustada, estaba jodidamente aterrada.

Los años pasaron pero el temor nunca se fue, la guerra los rompió, quebró su perfecta relación. Pero sabía que no podría seguir sin ellos. Era tan jodidamente enfermiza la dependencia que sentía.

Algunas noches aún despertaba con las terribles imágenes de los recuerdos traumáticos que había dejado la guerra. El temor de que algún día, Ron y Harry volviesen a enloquecer y atacarse entre ellos o incluso a ella, como aquella tarde de otoño, que quedará tatuada en su memoria para siempre. Estaba asustada.

Pero nunca lo expresó, siempre lo calló.

Después de todo, ellos eran sus ositos, ¿no?

CryBaby [Fictober 2021]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora