Cake

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Ship: Drarry
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Su piel caliente como un horno, aquellos besos azucarados, y sus dedos suaves como el algodón que le rodeaban la cintura después de cada uno de sus encuentros... Parecía perfecto. 

El único detalle que no lo convencía del todo, era esa sensación de vacío que lo abrumaba en cuanto Draco salía del cuarto.

Malfoy tenía todos los ingredientes para ser perfecto, todos. Salvo uno.

Draco no lo amaba.

Caminaba por los pasillos después de pasar una noche entera con aquel rubio, que había robado cruelmente su corazón sin aviso ni autorización. ¿Quién lo diría? El fabuloso Harry Potter enamorado de otro chico. Y no cualquier chico, sino su enemigo jurado.

Ron y Hermione intentaban interrogarlo sobre qué había estado haciendo la noche anterior. Harry les daba vagas excusas. Estaba cansado, ya no se le ocurría que inventarles a sus amigos.

—Harry, no puedes seguir así —decía Hermione parándose frente a él, evitando que siguiera con su camino —. Ya ni siquiera pasas las noches en la torre.

—Estoy bien —mintió cortante.

—¿Cómo te podemos ayudar? —insistió Ron.

—¿Justo ahora? Dejándome pasar —espetó esquivando a su amiga.

Escuchó los llamados de sus amigos a sus espaldas, pero no pensaba detenerse.

El resto del día se pasó lento, como todo desde que se había enamorado de Draco. Quería golpearlo, gritarle, insultarlo. Quería que ese idiota supiera que lo había destrozado, que lo había jodido en todo sentido de la palabra.

Aquellos escasos momentos en los que Harry se topaba con el rubio por los pasillos, Draco jamás le regresaba la mirada. Siempre estaba rodeado de sus estúpidos amigos o coqueteando con alguna chica que él no conocía.

Su sangre hervía ante el simple pensamiento de Draco enamorándose de alguien más. Sabía que era estúpido y que el rubio jamás estaría interesado de ese modo en él. Después de todo, Harry no era más que revolcones sin sentimientos.

—¡No soy un pedazo de pastel, para que me dejes así, caminando mientras mi corazón se congela en agonía! —le gritaría y no le importaría hacer una escena, no le interesaría en lo más mínimo que Draco se enojase, no, era su turno de enojarse —. ¡Así que me llevaré lo que es mío y no te volveré a dar el pedazo de cielo que te di ayer por la noche!

Su olor a vainilla, su dulce sabor a merengue. Lo único que Malfoy hacía era colmarlo de falsas promesas y caricias vacías.

La forma en la que sus dedos se aferraban a sus caderas, las marcas que dejaba por todo su cuerpo y aquella sensación de lleno que sentía cada que Draco lo embestía, cada palabra, cada beso, desaparecía en cuanto terminaba de follárselo. Y por más que Harry quería dejarlo, no podía. Era un adicto.

Tan dulce, tan suave, tan hermoso y tan falso. Aquella intoxicante sensación de impotencia se instaló dentro de él una vez más: ¿Por qué tenía que arrastrarlo a ese jodido juego retorcido? ¿Por qué tuvo que engatusarlo con esos besos azucarados? ¿Y por qué no podía deshacerse de esa sensación de vacío que lo succionaba poco a poco?

La noche llegó y con ella el distintivo sentimiento que mezclaba la emoción y el dolor que afloraba en el pecho de Harry todas las noches al dirigirse hacia la sala de menesteres, que noche tras noche se transformaba en aquel cuarto que era cómplice de los encuentros secretos de Harry y Draco.

Le diría a Draco lo que sentía, le diría que con él tenía que ser todo o nada, que si no estaba dispuesto a amarlo tanto como él lo amaba que se fuera a la mierda.

Entró a la sala como había hecho ya tantas veces y lo vio. Sentado sobre la cama, entre las púrpuras sábanas de satín.

—Hola, cariño. Llegas tarde —dijo con aquella voz ronca que lo hacía estremecerse.

Minutos, horas, días... con Draco, perdía hasta la noción del tiempo. Toda esa fuerza de voluntad y enojo fueron rotos cuando Draco comenzó a repartir besos en su cuello, y en un abrir y cerrar de ojos, ya se encontraba recostado a su lado, completamente desnudo a altas horas de la noche.

Lo había hecho de nuevo, se había dejado vencer por su parte más carnal. Sucumbió ante su lujuria, su deseo, se dejó vencer por su estúpido corazón y las falsas palabras de amor del rubio que yacía a su lado, dejando que este lo usase una vez más.

Se removió entre las sábanas para ver el cuerpo dormido de Draco. Se veía tan perfecto, ¿quién diría que semejante perfección le podría causar tanto daño?

Con la yema de los dedos acarició los brazos del chico que dormitaba pacíficamente a su lado, esos mismos brazos que momentos antes lo habían sostenido con una adoración que parecía casi real. Se odiaba por ser tan débil, odiaba haberse enamorado de Draco, odiaba esa pequeña parte en el fondo de su corazón que le decía que algún día Malfoy correspondería a sus sentimientos.

—Solo soy un pedazo de carne para ti, ¿no es así? —susurró mientras su voz se quebraba.

Amaba a Draco Malfoy, y esa sería su perdición.

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A/N: Ahhh, ya extrañaba escribir sobre mis nenes favoritos. <3

Algo de angst pa' no perder la costumbre. 

CryBaby [Fictober 2021]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora