Capítulo 3

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CAPÍTULO 3

[Yo soy la tormenta]

LILITH

M

Mis ojos se sentían privilegiados de volver a contemplar semejante hombre, creía que nunca más en la vida volvería a verlo, pero ahora me doy cuenta que me he equivocado totalmente.

Dueño de un bar y hasta incluso asesino ¿Qué más era?

Sin duda Lis no se había equivocado con decirme que su jefe era así de atractivo, al contrario, tenía totalmente la razón de todo, su vestimenta le daba un gran favor a su esencia. Iba vestido con una camisa negra manga larga pegada a su torso haciendo resaltar este a través de la fina tela, sin pasar desapercibido que mantenía los primeros tres botones de la camisa sueltos dando una increíble vista de un poco de su pecho y la tinta que yacía marcada en su piel. Me preguntaba por la mente si los tatuajes también estaban más allá de su cuello y pecho. Duda existencial. Usaba pantalones y zapatos al mismo color que su camisa como si fuese a ir a un funeral. Su desordenado cabello negro azabache le daba el aspecto de ser alguien salvaje y despreocupado a la vez, hasta incluso, parecía todo un mafioso. Olvidaba mencionar que el piercing en su ceja le daba un toque rebelde luciendo increíblemente increíble.

Uy sabroso.

Mi subconsciente se hace presente con un comentario que no puedo negar.

Aamon empezó a caminar, por un segundo creía que iba a acercarse a mí y volverme a acorralar como lo hizo el día que nos encontramos en aquel bosque, me equivoqué al ver que se dirigía al pequeño bar que él tenía. Tomó un vaso llenándolo de un líquido que si mi cabeza no fallaba suponía que aquello era Whisky. Mientras hacía todo ese procedimiento no pude evitar fijarme en los gruesos y plateados anillos que brillaban en sus largos dedos.

Mi sucia mente ya se había planteado miles de escenarios donde serían bueno usar esos dedos.

Necesitaba ir urgentemente a misa.

Se llevó en vaso de cristal a la boca vaciando su contenido en un solo trago, dejó las cosas como estaban antes y volvió a centrarse en mi presencia.

Tenía nuevamente su mirada escaneándome por completo, podría llegar a intimidarme si así se lo propusiera.

Aún no entendía como podía tener esa mirada tan hipnotizante y atrapante que te hacía perder el total razonamiento. En un descuido esa mirada podría ser tu perdición.

El silencio era tan notorio e incómodo entre nosotros dos, ninguno daba la iniciativa de hablar y romperlo, y no sabía si los cinco minutos que había dicho Lis ya estaban corriendo y él esperaba a que yo hablará.

Pero, ¿Qué putas tenía que decir? Nunca en mi vida había tenido la necesidad de buscar un trabajo y hablar con jefes, y mucho menos si el jefe tenía mi edad y estaba así de bueno.

¿Es que quien no quiere tener un jefe así?

Hasta yo.

Me preguntaba si también los otros dos hombres que estaban con Aamon aquella vez del bosque trabajaban aquí.

—Otra vez tú—dice trayéndome devuelta a la realidad con esa voz ronca y gruesa que ya es característico de él.

—Otra vez yo—le seguí.

Volvió a caminar pero está vez para acercarse a mí. Deslizó su vista de mi rostro a mi cuello donde estaba el pequeño tatuaje que compartía con mi padre, se quedó unos segundos observando la pequeña letra no entendible, tensó la mandíbula y rápidamente volvió a voltearse para darme la espalda.

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