Epílogo

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EPÍLOGO

Algunas personas dirían que una relación de cuatro no llevaría nada bueno, no sería sana y para nada estaría bien, que sería complicada y que era raro de ver.

Para ellos, era todo lo contrario, se amaban era lo importante para los cuatro.

Habían cumplido sus sueños y habían estado orgullosos de cada uno por todo lo que habían logrado.

Hoy en día podrían decir orgullosamente el gran cambio que habían hecho. Aamon había podido controlar los negocios sin ser una carga pesada para él como en tiempos pasados. Adriel mejoró en la cocina pudiendo abrir su propio restaurante siendo chef de este mismo. Abel siendo un famoso y reconocido pintor que a exhibido muchas de sus pinturas en galerías de artes. Y sin olvidar a Lilith que en estos momentos ya tenía más de dos obras públicas.

Los cuatro eran exitosos, pero no por eso dejaban atrás su relación. Era todo lo contrario, lo habían fortalecido más que lo anterior.

Habían salido de Fordel para iniciar una vida nueva en una nueva ciudad, dejando todo lo que les atormentaba allí porque ahora eran personas completamente diferentes, aunque la maldad lo llevaban en la sangre y no podían quitar el hecho de que eran asesinos no habían encontrado la necesidad de volver a hacerlo pues ahora estaban enfocados más en ellos y no en otras personas.

Olviden lo que dije... había una que otra vez que salían a divertirse con eso, pero no era una costumbre.

Retomando lo de la vida nueva, también se habían comprado una nueva mansión en esa nueva ciudad y para joder la vida de todos—como lo decía Aamon—, Lis y Connor habían comprado la suya justo al frente de la suya, siendo así vecinos.

Eran muy unidos y aunque ellos dos también se enfocaban en lo suyo había dos que tres veces que la pasaban todos juntos siendo una familia dejando el remordimiento a un lado.

Y ahora...

—Aagghhh, odio mi vida, ¡me veo gorda con todo!—se queja Lis mientras se veía al espejo el traje de baño que se había comprado hace unos días para ese viaje.

—Gordita me gustas más—dice Connor mientras se termina de poner la camisa de manga corta y se empieza a acercar a ella con una sonrisa en sus labios mientras contempla a su esposa.

—Cállate que tu puta verga hizo esto—señala su barriga.

—Oye, no lo insultes que puedes despertarlo y no querrás eso, eh—le sonríe con picardía.

—Cállate mejor.

Connor ensancha más la sonrisa pues ya se había acostumbrado al mal humor de su esposa estando en esa etapa que a él le encantaba.

—¡¿De qué te ríes?!

—De nada, de nada, te ves preciosa—le dice con honestidad.

Pues era la verdad. Su barriga creciendo casa mes lo hacía lucir incluso más bella de lo que era ya.

—¿De verdad crees eso?—y ahí estaba otro cambio de humor.

—Lo eres, Lis Stone, el hecho de que tienes a mi hijo o hija allí dentro te hace ver más linda—le dijo robándole un beso en la boca antes de salir.

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