Capítulo 18 - SEGUNDA PARTE

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CAPÍTULO 18

[Hawái, segunda parte]

LILITH

Me pesan los ojos cuando los abro, siento como si no hubiera dormido nada en toda la noche, pero aún agotada y con sueño me levanto de la cama llevándome la sorpresa de que ya no hay nadie en ella.

Me habían dejado sola.

Que hijos de puta.

Me restrego los ojos con mis manos para poder despertarme más y caigo en cuenta de que aún sigo desnuda, mierda, ¿Lis me habrá visto así? no tengo la mínima idea y espero que no porque no tengo una explicación para sus preguntas.

Me veo al espejo de cuerpo completo que hay en la habitación viéndome totalmente destrozada, mi cabello revuelto y enredado, el maquillaje corrido—porque se me había olvidado desmaquillarme antes de dormir—y tenía marcas rojas en todo mi cuerpo recordándome lo de la noche anterior.

Nunca había tenido un sexo tan... retorcido, tan enfermizo y tan exquisito como el de anoche. Sin dudarlo lo haría mil veces más por muy enfermo que fuera.

Saque esos recuerdos de mi mente antes de empezar a exitarme y terminar mansturbandome con eso, así que mejor me fui a cepillarme y a ducharme, cuando el agua fría cayó por mi cuerpo un alivio se hizo presente aliviando el malestar que tenía en todo mi cuerpo.

Cuando salí de la ducha tuve que ponerme un vestido color coral que había en la maleta de Lis para que me cubriera las marcas en mi cintura y en mis muslos, por las cicatrices que llevaba en mi cuerpo no me preocupaba es algo con lo que tengo que vivir todos los días, es algo tan natural que me vale una mierda si me critican por eso.

Me puse un poco de maquillaje, mi cabello ya había crecido lo suficiente para hacerme una trenza con algunos pecho es sueltos y con eso ya estaba lista para salir de la habitación en busca de las personas que me habían abandonado en este lugar.

Antes de salir del baño un cuerpo se atravesó en mi camino impidiéndome el pase.

—No recuerdo haber visto ese vestido en la maleta— me dijo observando mi cuerpo con el vestido de Lis.

—Yo tampoco, es de Lis, lo tomé prestado para cubrir las marcas que me dejaron anoche—me expliqué.

—Veo que recuerdas lo de anoche—una sonrisa torcida apareció en su rostro.

Con tan solo esa pequeña sonrisa podría volverme loca.

—Veo que tú también—sonreí.

—Los demás están esperándote en el restaurante.

—Para allá iba cuando tú te metiste en mi camino.

Aamon se hizo a un lado de mí para que yo pudiera pasar.

—Ya no lo estoy haciendo—dijo.

—Bien, nos vemos al rato.

Me despedí y fui hacia la puerta del baño para abrirla e irme de aquí pero mi intento fue fallido porque la puerta no se abría, intente y intente y la maldita puerta no se habría.

Suspiré.

—No se abre—le dije a Aamon.

Él me miro confundido y fue hacía la puerta para intentar abrirla pero su intento también fue fallido.

Estábamos encerrados.

Aamon también suspiro.

—Creo que estamos encerrados—dije sentándome en el retrete con la tapa bajada.

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