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Capítulo 40 - CUARTA PARTE

CAPÍTULO 40

[Batalla]

ADRIEL

El viento hacía que su largo cabello rojo se desordenara mientras corría por la arena de la playa con una radiante sonrisa en sus rosados labios y un brillo precioso en esos resplandecientes ojos azules.

Por un momento me quedé cautivado con su belleza, por un momento no podía dejar de verla, parecía de otro mundo, como si fuese una fantasía, era una jodida fantasía, sin dudarlo.

El viento también revoloteaba mi cabello mientras veía a la pelirroja que ahora se encontraba metiendo sus pies descalzos a la cristalina agua del mar.

Por alguna extraña razón me gustaba verla sonreír. Su sonrisa. Y me gusta más cuando yo soy el responsable de ella.

Su vista se clava en mí, viéndome a los lejos cuando niega con la cabeza en señal de desaprobación al ver el vaso de vodka que tengo en la mano llevarlo a mi boca dándole un buen trago. El alcohol inunda mi garganta causando que yo haga una mueca por el amargo de la bebida, no estaba acostumbrado a tomar, sin embargo, no me desagradaba tanto.

Yo solo le dedico una sonrisa a la chica que aun sigue viéndome mientras  ella me pide con la mano que me acerque a dónde está.

—¡¿Vas a quedarte ahí viéndome o vas a venir y besarme?!—me grita, ladeando la cabeza con una sonrisa causando que yo también sonría ante su pedido que por supuesto era incapaz de desaprovechar.

—¡¿Quieres que te bese?!—le grito también para que logré escucharme pues está lejos de mí.

—¡¿Por qué no querría?!

—¡No lo sé, ¿Por qué beso mal talvez?!—bromeé.

—¡Claro que no!

—¡Claro, beso de puta madre ¿No es así?!

—¡Me estoy cansando de esperar!

—¡Si tanto insistes no puedo negarme!

—¡¿Y entonces qué esperas?! ¡Ven!

Así lo hago, empiezo a caminar hacía ella. La arena de la playa llena mis pies conforme me voy acercando.

En esa pequeña playa éramos solo nosotros dos, disfrutando de las vistas, de la brisa, del mar, de la compañía que nos hacíamos mutuamente, pasar tiempo con ella de alguna manera me hacía sentir bien, me hacía sentir vivo, como nunca me había sentido antes.

Lilith me complementaba.

Y eso, eso me aterrorizaba.

Todavía estaba a una larga distancia de dónde estaba ella pero seguía acercándome. Podía ver cómo el vestido largo de una fina tela celeste se movía con el viento haciendo contraste con sus ojos y esa radiante sonrisa.

Sin embargo, se queda estética en su lugar mientras mueve su pie en el agua y no borra su sonrisa en ningún momento como si estuviese congelada y no pudiera volver su boca a la normalidad.

Sigo caminando. Y sigo caminando. Y sigo. Me canso y no veo avance de estar cerca de ella, al contrario, la distancia cada vez se hacía más larga y me estaba asustando.

Frunciendo mi entrecejo empiezo a correr con la arena dificultandome aquel acto que trato de ignorar cuando la distancia no se acorta, no llego a ella, no puedo llegar a ella.