Capítulo 25

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CAPÍTULO 25

[El juego]

LILITH

Kina Abila.

Mi próxima víctima.

La persona causante de la cicatriz en uno de mis muslos. La historia no es la gran cosa. Es un historia que me parece un poco graciosa al principio. Y esque...je,je...me acosté con su novio, pero en mi defensa puedo decir que en el momento que folle con él no sabía que estaba en una relación con Kina.

Kina se enteró de eso y yo me enteré que eran novios y entonces entendí la razón por la que Kina había contratado hombres—tres para ser exactos—para que me violaran, afortunadamente no paso a extremos y solo recibí una profunda herida en el muslo a causa de sus celos.

La culpa también lo tiene el muy pendejo de su novio por no haber dicho las cosas antes de todo lo que hicimos. Desgraciadamente él murió hace años—todos creyeron que fue a causa de Kina, pero no se sabe—, desgraciadamente porque se salvó de mí, ahora solo tendré que encargarme de Kina.

Mientras sigo buscándola en el bosque pienso en ese suceso y también pienso que si yo no hubiese sabido defenderme esos tres tipos me habrían lastimado sexual y físicamente. Solo en eso puedo agradecerle a mi familia por haberme enseñado tan bien y saber resolver mis propios problemas porque después de eso al igual que Kina son unas mierdas.

Llevaba unos minutos recorriendo el bosque en búsqueda de la rubia que había secuestrado. Utilicé el mismo método que había utilizado con mi primera víctima pero está vez me había hecho pasar por un chico en el chat que me había conseguido Abel y cuando estábamos en el bar de Aamon hice el último trabajo y la secuestré. Y ahora estamos en el bosque.

Los Kast también habían secuestrado a sus víctimas y como yo en estos momentos están en su búsqueda. El ganador pues obtendrá lo que deseé. Y si yo ganó tendré que pensar muy bien lo que quiero, aun que tengo algunas ideas en mente.

Sin darme tiempo de seguir pensando un chillido se escuchó a un lado de mí. Un chillido de una persona. Un chillido femenino. El chillido de Kina que me causo mucha gracia. Y más gracia me causo al verla hecha hecha una bolita en un tronco de un árbol temblando del miedo. Sonreí cuando notó mi presencia y se asusto aún más.

Se había dado cuenta de quién soy. El incidente paso hace unos años pero no tantos para que se olvidará de mi rostro ni de la amenaza que le dije el día que le conté a los maestros y director lo que había pasado con esos tres tipos. Una sonrisa amarga salió de mi garganta porque ese día creyeron que estaba loca. No me creyeron. Nunca lo hacen.

«¿Creés en Dios? Pues rezalé para que no te vuelva a poner en mi camino, porque la única cosa que puede protegerte es que no te encuentre» Fue lo que le dije esa vez que me explicaron del instituto por hacer un caos con tal de que me creyeran.

—¿Recuerdas lo que te dije la última vez que nos vimos?—le pregunté mientras me empecé a acercar a ella. Kina negó con la cabeza sin verme—, pues te refresco la memoria «La única cosa que puede protegerte es que no te encuentre» ¿Y que creés? ¡Te he encontrado!

—¿Que quieres Lilith? ¿Por qué me has traído hasta acá?—dijo por fin alzando la vista y viéndome con un gran enojo.

—Créeme a mí no me encanta volver a verte la cara. Pero voy a dejarlo claro desde el principio, voy a matarte, y bien harías en recordar mi rostro, maldita, porque será lo último que contemples en este mundo.

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