Capítulo 34

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CAPÍTULO 34

[De vuelta a la realidad]

LILITH

Era nuestro último día en Las Vegas y estaba un poco triste por eso, me la he estado pasando bien en esta ciudad, pero ya era hora de volver de nuevo a la realidad.

No había vuelto a hablar con Connor desde el día del casino, solo me había mandado un mensaje preguntándome si estaba bien, yo le aseguré que lo estaba y él se alivió al contestarle eso.

Ya que es el último día habíamos venido a una feria, y digo venimos porque los hermanos se encontraban a mis lados mientras recorríamos el lugar.

Habíamos llegado hace unos minutos y el lugar era increíble como toda La ciudad. Las luces de Neón no pueden faltar en todos los puestos y atracciones que la feria nos proporciona. Hay mucha gente, demasiada para mí gusto pero no me quejaba.

En esta ocasión me había vestido con un short corto y una sudadera negra y ancha que cubría el mismo short. Llevaba mi largo cabello rojo—pues ya me había crecido desde la última vez que lo corté— recogido en una coleta alta y desordenada que hacía que algunos mechones rebeldes salieran de la coleta.

Por un momento creí que los hermanos iban a cuestionar mi vestimenta o iban a ponerse celosos hasta el punto de quitarme las prendas y ponerme algo más decente, me sorprendió que no pasó lo que había pensado y al contrario me hicieron halagos y no les importó que fuera vestida de tal forma.

Los Kast iban de esta manera; Abel con una playera blanca y encima una chaqueta de cuero. Adriel una sudadera del mismo color que la mía. Y Aamon una camisa manga larga negra. Los tres llevaban pantalones y zapatos negros. Sus cabellos desordenados.

Se veían atractivos y calientes.

Joder ¿Cómo pueden ser tan atractivos y calientes al mismo tiempo?

Yo no lo sé pero las chicas que pasaban a nuestros lados no podían mantener los ojos quietos porque clavaban sus miradas coquetas en ellos. Algunas les sonreían pero ellos las ignoraban como si odiasen todo el mundo excepto a mí y eso, eso me hacía sentir bien de alguna manera.

Al ver todos las atracciones que habían y a toda la gente riéndose y siendo felices me entró una emoción desconocida en mi. No había estado en una feria antes, siempre me la he pasado encerrada y esto es totalmente nuevo para mí.

Es como si fuera una clase de Androide que no entiende como funcionan todas estas cosas. Como si los hermanos se hubiesen dado cuenta de ello me miraban fijamente cuando detuvimos el paso y yo fruncí el ceño.

—¿Qué?—pregunté.

—¿Haz estado alguna vez en una feria cómo está?—pregunta Abel.

Dudé en decirles pero lo más probable es que ellos ya sepan mi respuesta.

—No. —susurré bajando la mirada.

Abel se acercó a mí. Me tomó de la barbilla y me levantó la cabeza para mirarlo a los ojos.

—¿Por qué te pones así? Para todo hay una primera vez.

—Si pero...

—¡Hay que subirnos a la montaña rusa!

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