Capítulo 21

45.2K 2.4K 1.9K
                                    

CAPÍTULO 21

[La misa]

LILITH

En el momento que Abel me dijo sobre la trampa salimos corriendo del departamento de Tess, está vez usamos las escaleras para baja más rápido.

Cuando llegamos fuera del edificio apenas note dos autos negros que aparecieron en la carretera viniendo a nuestra dirección. Nos miramos mutuamente con Abel y ambos corrimos hasta el auto del rubio con una gran velocidad.

Me subí de copiloto, Abel en el asiento de piloto y en ese momento arrancó el auto cuando empezamos a escuchar disparos. Nos empezaron a perseguir.

Y yo que creí que el enmascarado ya nos había dejado en paz.

¿O talvez eran ellos?

Yo que se, lo único que sabía esque íbamos a una gran velocidad para que los dos autos no nos alcanzarán. Los golpes de las balas rebotaban en los vidrios que por suerte eran blindados.

—Lil, hay un arma en la parte trasera del auto, tómala y dispara a los autos—me ordena Abel con la vista atenta a la carretera oscura por la madrugada.

Me dí la vuelta en busca del arma que había mencionado Abel, cuando lo encontré lo tomé con mis manos y volví a acomodarme en el asiento. Baje la ventana y mientras Abel conducía saque la mitad de mi cuerpo y con el arma de larga distancia comencé a disparar a los dos autos que aún nos perseguían.

Pero esa cosa no duró nada porque solo bastaron tres disparos para que se quedará sin balas.

Lo que faltaba.

—Mierda, ¿No pudiste cargar el arma antes de venir?—le dije cuando metí mi cuerpo de nuevo al auto.

Él no me vió ni me contestó seguía enfocado a conducir y que no nos atraparán.

Mi cabeza no me servía en estos momentos para armar un plan de escape.

Mierda, vamos a morir.

—Creo que hay otra arma por ahí, búscala y dispara a las llantas, tengo un plan pero necesito un poco de tiempo, Lilith, ahora.

Rápidamente empecé a buscar otra arma y afortunadamente no tarde tanto para encontrarla volviendo a sacar mi cuerpo y como me lo ordeno Abel en unos disparos precisos y expertos logré dispararle a las llantas de los dos autos sin recibir una bala a cambió.

Las clases me sirvieron de mucho.

Pero antes de meter mi cuerpo dentro del auto pude ver cómo el auto botaba aceite.

Entonces olor a nafta llegó a mis fosas nasales.

Mierda y más mierda.

—El auto explotará en cualquier momento, Abel—le informé al rubio.

—Mierda—susurró.

Nose en que dirección íbamos, no conocía mucho Fordel, pero por lo que veía ahora estábamos apunto de llegar a la orilla de un acantilado. Abel no se detenía. Las personas que nos perseguían lograron poner nuevas llantas y ahora estaban a nada de llegar a nosotros.

Ya valimos, ya valimos.

—Saltaremos—me dijo de repente.

—¿Qué?

—Saltaremos.

—No, no, no, tiene que haber otra manera de escapar, no saltaré—me negué.

—El auto está apunto de explotar, los autos  están apunto de alcanzarnos, lo único que nos queda es saltar.

INFIERNO PERFECTO © ✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora