Capítulo 13

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CAPÍTULO 13

[Tiene cara de ángel y el alma de un demonio]

ADRIEL

"Mi cabeza dolía y mi pecho se oprimía. Me sentía sofocado. Sentía que las paredes se cerrarían en cualquier momento, mi respiración descontrolada, y de pronto, la tengo encima. Ella me hablaba, no la escuchaba. No podía respirar. Sus manos en mi rostro, y luego, tengo sus labios moviéndose contra los míos.

Esos labios rojos y carnosos...junto a los míos.

Mis manos en su cintura, devorando su exquisita boca, reclamándola, sintiendo nuestras pelvis chocando.

Y el ascensor se abre"

Una semana había transcurrido cuando paso ese incidente con el ascensor, digamos que mi claustrofobia no lleva una buena amistad con los ascensores, ni los espacios pequeños y cerrados.

Es irónico porque siempre mi habitación se encontraba cerrada, ya me había acostumbrado a eso.

El caso esque no podía sacarme de la maldita cabeza lo que pasó esa noche, no podía sacarme de la cabeza a Lilith.

Y su beso.

No habíamos tocado el tema en toda la semana, básicamente porque la he estado ignorando como ya es costumbre.

No podía mantenerla mucho tiempo cerca, la voz de mi cabeza la quiere muerta.

Pero no podía dejar de pensarla.

Antes de ser conciente, yo ya estaba desnudándola en mi mente, levantando ese bonito vestido y explorar lo que escondía debajo. Imaginé cómo se sentiría su redondo trasero entre mis grandes manos, recorrer sus exquisitas curvas, sentir el sabor de su piel, la forma de sus pechos y los sonidos que emitiría.

Me relamí los labios, imaginar cómo se sentiría su cuerpo debajo del mío hizo que mi miembro se despertara en los confines de mi pantalón. Aparte los calientes pensamientos antes de terminar mansturbandome pensando en una chica.

Maldita pelirroja, ¿qué me hiciste?

Y esque esa fiera salvaje tiene cara de ángel y el alma de un demonio. ¿Cómo puede haber tanta maldad en esa belleza?

Se vería más sexy con el cuello abierto bebiendo de su sangre, verla morir lenta y dolorosamente.

—Cállate—susurré a la voz que me acompaña todos los días dentro de mí cabeza.

Verla así causaría excitación y placer, pero primero hay que follarla.

—Cállate—volví a susurrar.

¿A qué sabrá su sangre?

—¡Cállate!

No tengo una buena relación con mi esquizofrenia, sin embargo, gracias a la medicación que llevo he podido controlar algunos síntomas antes de que desarrollaran complicaciones graves.

Pero con las terapias no soy bueno.

En ese momento la puerta de mi habitación se escucha, estaba recostado en mi cama con la vista al techo, el ruido me había sacado de mis pensamientos.

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