Por mucho que sus ansias por esa piel acariciar lo animaban... Por mucho que sus ganas por esos esos labios saborear lo impulsaban... Por mucho que el incontenible hormigueo y temblor en todo su ser lo empujaban, tuvo que detenerse en seco. Porque si iba más allá, cuando aún no había dado los pasos necesarios, por no decir obligatorios, que su ética como doctor le mandaba, todo podía irse al traste. Y esto no quería Lucas para ella, en lo absoluto.
Ella era una flor que debía cuidar, tal cual el girasol que tenía frente a sí, en el jardín de la placita, metros más allá. A diferencia de aquella tarde en Cártama, el que los contemplaba, ahora aquel miraba hacia el oeste. Porque Catalina era como aquel, delicada, sí, pero que ahora parecía haber madurado, o eso creía hasta hacía minutos atrás.
Cuando aquella mañana ella lo saludó sonriente, y le propuso acompañarlo para conocer sus labores en la escuela, él no pudo menos que llenarse de emoción. Ya caminaba sola, abriéndose paso ante un mundo nuevo que la esperaba impaciente. Se valía por sí misma, sonreía de manera sincera y participaba de manera activa en cualquier actividad que la requería. Definitivamente, ella ya no era su paciente, por lo que podía animarse a dar el siguiente paso, sí.
No obstante, cuando vislumbró que temblaba como un cachorrito abandonado, se dio cuenta de que aún era pronto para dejarla volar. Aunque era como un girasol que parecía haber madurado, también se asemejaba más a un gorrión que recién extendía sus alas bajo el sol. Debía todavía estar bajo su cuidado, para acompañarla a dar cada paso. No debía adelantarse la senda que la sociedad le dictaba, no. Porque si se comportaba de forma trepidante e impaciente como sus sentimientos le ordenaban, podría provocar graves consecuencias en su paciente.
Ya había transcurrido algunas semanas, desde que sus sentimientos por ella había detectado. Solo debía continuar acompañándola en su aprendizaje por volar. Solo el tiempo le indicaría cuándo era el momento adecuado para el siguiente paso dar.
Catalina era alguien valiosa a quien debía con esmero cuidar. Debía esforzarse por su bienestar resguardar, y de ser posible, la naciente relación que entre ellos comenzaba a germinar.
**********
—Aquí tiene. Beba, por favor.
Con sumo cuidado, Lucas le ofreció un vaso con agua.
Pasada la breve tormenta, debía asegurarse de que se hallara bien hidratada.
—¿Se encuentra mejor? —le preguntó luego de que ella diera un par de sorbos a la bebida.
—Sí.
—Me alegro. —Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro. Por fin, podía respirar tranquilo—. ¿Desea algo más? ¿Un vaso de agua? ¿Pido ya la tapa de la ensalada? Lo que usted necesite.
Ella agachó la cabeza, más por complacida que por pena.
—La ensalada rusa me vendría bien. ¡Me muero de hambre! —dijo al tiempo que su vista se depositaba en la barra.
ESTÁS LEYENDO
La paciente prohibida [LIBRO 1] ✓
Historical FictionUna mujer de la alta sociedad malagueña escapa de la violencia física de su marido, encontrando la calidez y amor en un bondadoso doctor, en medio de la agitada España de la década de los 30'. 🚫 🚫 🚫 🚫 🚫 🚫 🚫 Catalina es una mujer de la alta so...