🚫 C A P Í T U L O 2 6 🚫

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En ese instante, sintió de nuevo que su respiración se entrecortaba

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En ese instante, sintió de nuevo que su respiración se entrecortaba. Un gran dolor le oprimía el pecho. Empezó a sudar frío al tiempo que su cabeza le mareaba. Era evidente que su ansiedad había vuelto.

Esto no pasó desapercibido para Lucas. De inmediato, juntó su silla a la de ella y le formuló, muy preocupado:

—¿De nuevo tienes ansiedad?

Ella asintió con la cabeza, al tiempo que sus ojos no podían evitar recorrer el trayecto que el exsocio de su marido recorría. Se había dirigido a la parte de la barra que se hallaba a pocos metros de su mesa. Empezó a hablar con el regente del bar, dándole la espalda al doctor y a su paciente.

—Quédate aquí un momento, por favor. Voy a ir a por agua. No me demoro.

Catalina no le respondió. Sus ojos seguían clavados en don Pedro Galindo.

Para empeorar la situación, Lucas se apostó al lado del hombre, para requerir su pedido. 

De pronto, su corazón empezó a latir con más fuerza. Parecía que se iba a salir de su caja torácica por el incremento de bombeo de la sangre.

Quiso levantarse para ir a la calle, para que le diera el aire, como le había funcionado antes, mas no pudo. Su cuerpo no le respondía. Daba la sensación de que sus pies estaban clavados en el suelo como un imán imposible de arrancar.

—¿Me puede dar otra botella de agua? —formuló Lucas con insistencia—. Es urgente, por favor.

Don Pascual lo miró con displicencia.

—Yo he llegado antes que tú, chiquillo. Espera tu turno, ¿no?

—Disculpe —alegó el doctor con un gesto de súplica—, pero es una emergencia.

El hombre alzó la ceja, desconfiado. Seguía creyendo que quería colarse, y no le daría tregua alguna.

Había llegado con retraso al pueblo. Debía estar en la oficina del alcalde hacía media hora, pero no pudo evitar pasar por un café al bar. Se había quedado despierto hasta tarde, la noche anterior, por lo que se moría de sueño y necesitaba estar espabilado para su reunión.

—Es una emergencia —insistió Lucas—. La mujer que me acompaña —volteó su cabeza con dirección a Catalina—, se encuentra mal. Necesita un poco de agua y...

Don Pascual volteó hacia la susodicha. Sin darse cuenta, al clavar sus ojos en ella, provocó que el estrujón en su interior y escalofrío que la recorría se acentuaran todavía más.

Catalina quiso levantarse de su silla, mas no pudo. Todo su cuerpo se hallaba congelado, no le respondía nada. Había perdido toda voluntad alguna. Para su buena suerte, el dueño del bar había hecho caso omiso a las quejas de don Pascual.

Como anteriormente Lucas le había pedido agua para ella, la había visto volver al bar con rezagos de haber llorado, al verle sus ojos hinchados. Ahora, al darse cuenta que de nuevo estaba llorosa, supo que había tenido una recaída. De inmediato, sirvió agua en una de las copas destinadas para el vino y se la acercó a Lucas. En menos de un segundo, el médico había vuelto donde su paciente para poder ayudarla.

La paciente prohibida [LIBRO 1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora