"No soy su único amigo"

354 40 2
                                    

|07|

G I A N L U C A

Dos meses que volaron... y ni una simple llamada de mi esposa, no recibí nada de ella. Aunque para ser sincero, tampoco tuve la necesidad. Pensé que quedarme me aburriría y posiblemente en poco tiempo tome un vuelo hacia Italia, creí que sería aburrido estar aquellos dos meses en el hotel, sin embargo, había sido todo lo contrario.

—¡Oh por Dios, tu tatuaje es gigante! —exclamó en sarcasmo Cristopher y los otros rieron—. Es más grande que todos nuestros tatuajes juntos.

Desde que llegaron los chicos, algunos empezaron a tirarle bromas, y eso fue desde hace media hora. Todos nos encontrábamos en la cafetería del hotel, aún tenían sus maletas al costado.

—¿Qué esperaban? ¿Un tatuaje en todo mi cuerpo? —dijo Halie tapando con su mano el tatuaje, ella vestía una blusa que permitía que se visualice sin problema.

—Chicos, no sean así. A ella le gusta —traté de arreglar la situación, pero me miró mal.

—A mí también me gusta —indicó Marco, que había llegado hace unos minutos recién.

—A ti te gusta ella, es otra cosa —rio Cristopher. Halie solo rodeó los ojos con aquel comentario.

A veces él es tan espontáneo y no le da vergüenza delatar a los demás, pero así es su personalidad.

—Bueno, bueno. Te quedó bien —le volví a repetir.

—Claro que quedó bien. Es la bandera de Perú, queda bien con todo —contestó ya sin entusiasmo.

—Bueno, ya mucha charla, iré a dejar mis maletas —se despidió Cristopher.

—Yo igual —continuó Ramirez.

Y así fui escuchando a la mayoría, yéndose para desempacar. Yo me alejé un momento del grupo porque me llegó un mensaje de texto a mi celular.

"Te llamaré en un momento", decía el mensaje, pero claramente en italiano, ya que era de mi esposa.

No la llegué a contestar y suspendí la pantalla. Volteé y mi mirada cayó en Halie por casualidad. Todos ya se habían ido y ella observaba su tatuaje disimuladamente —o eso intentaba— a través del reflejo de una de las vitrinas de la cafetería.

Los chicos son bromistas, y realizan bromas que entre ellos están acostumbrados, aunque a veces creo que se les pasa un poco.

—Oye... Halie —la llamé y giró a verme—, sab... —me interrumpió el tono de llamada de mi celular—. Ahora vuelvo, contestaré rápido.

Ella asintió y salí de la cafetería.

—Hola —contesté.

—No me llamaste —dijo la chica con la que me había casado, Ginny.

—No fui el único.

—Bueno, está bien, olvídalo. Yo... yo quería decirte algo... importante.

—Escucho.

—Prefería decírtelo en persona.

—¿Justo ahora? Yo no puedo. Recién  empezarán los entrenamientos nuevamente. Dímelo.

—Lo que sucede es que... —se detuvo unos segundos—. Es mejor en persona, Gianluca, así podremos conversar y explicártelo.

—¿Explicar? Dime. Es que se me es imposible ir en estos días.

—Bueno, entonces... Emm... ser... —la interrumpió una voz masculina—. Digo, será en otra ocasión... Adiós.

Cada día que pasa, no sé con quién estoy casado. Desconozco. Me llama  así repentinamente y luego, del mismo modo corta.

Por ahora, solo debo concentrarme en los próximos partidos. Es lo más importante.

Durante la llamaba me había estado dirigiendo a la sala principal, así que tuve que regresar a la cafetería. Cuando llegué, Halie ya no estaba ahí. Pensé que tal vez se haya sentido mal por las bromas de los demás.

Fui al departamento donde ella se hospedaba y toqué la puerta. Toqué unas cuantas veces más, pero no se abría la puerta. Supuse que no estaba ahí.

Bajé a la cafetería nuevamente y solo estaba Marco. Iba preguntarle si había visto a la chica, pero preferí ir a buscarla al patio. Y estaba ahí, de espaldas mirando hacia el cielo que empezaba a anochecer.

—Te encontré —le dije y giró a mirarme.

—¿Me estabas buscando?

—Sí. Me demoré un poco hablando por teléfono y seguro por ello te fuiste de la cafetería, ¿verd... —me interrumpieron.

—¿Alguien pidió jugo de naranja? —entró Marco.

Halie se acercó a él y recibió aquel jugo con una sonrisa. Al parecer, exageré un poco sobre las bromas le hayan afectado.

—¿Me ibas a decir algo? —me preguntó la chica.

—Emm... No, ya no —respondí.

—Gianluca, ¿también quieres un jugo? —preguntó el chico.

—No gracias —soné agradecido—. Iré a preparar en mi habitación el uniforme para los entrenamientos.

Bueno, ya no era necesario que hable con ella. Creo que por un momento olvidé que no soy su único amigo.

FUE UN ERROR© |Completo✓|(Inspired by Gianluca L.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora