"No lo vi llegar"

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H A L I E

Ni idea del momento exacto. Simplemente no lo vi llegar. Solo apareció así de repente, como siempre.

—Listo —dije al frente de mi laptop.

—¿Qué haces? —apareció el italiano por detrás comiendo un pan, y se sentó a mi costado.

Me hallaba en el patio del hotel, la mañana era cálida y decidí sentarme en una de las mesas.

—Solo mandando una solicitud —respondí.

—¿Para?

—Para el extranjero, es que más adelante... ya sabes... tengo 20 y necesito especializarme mejor en mi carrera y... —una llamada me interrumpió, así que saqué mi celular del bolsillo—. Lo siento, es Marco.

Marco Larez, él no se había ido como los otros chicos, pero tampoco se quedó en el hotel, me comentó que se estaba quedando por este tiempo en la casa de sus padres ya que no los veía mucho.

Por ello, de vez en cuando pasábamos el rato, he desarrollado una amistad buena con él, al igual que con Gianluca. Solo que no coincidíamos a pasar tiempo los tres juntos por disponibilidad de cada uno, pero ha de haber sido muy bueno.

—Hola, sí, dime —contesté el teléfono cuando ya me había alejado de la mesa.

—Hola Halie. Quería decirte que hoy irá mi primo en la tarde, él es el tatuador del que te hablé.

—Genial.

—Sí, pero yo no podré estar, lo siento. Es que se me cruzó un compromiso familiar.

—Oup. Bueno, no hay problema. No te preocupes.

—Ya la otra semana iré. Ya sabes que se acercarán los nuevos partidos y regresaremos todos.

Luego de un pequeño rato, corté y me dirigí a la mesa. Gianluca estaba mirando mi Laptop. Yo caminaba observando su perfil, por ello mi mirada se fue a su brazo que estaba lleno de tatuajes.

Esa mañana, él tenía un polo suelto y se podía visualizar sin ningún problema aquellas figuras pegadas a su piel.

—¿Te dolió? —pregunté cuando ya había llegado a su costado y me estaba sentando.

—¿Qué? —volteó a verme.

—Digo, el tatuaje —sonreí por mi idiotez de soltar la pregunta sin explicar a lo que me refería.

—Ahh... En realidad no mucho. ¿Por?

—Me haré uno.

—¿Por primera vez?

—Sí. Hoy en la tarde.

[...]

Maldita la hora que decidí hacerme un tatuaje. Siempre quise uno desde que cumplí los 18, sabía que tal vez dolería, pero no me lo imaginé como en ese momento.

—¿Y? ¿Qué deseas que te haga? —dijo el tatuador.

Yo, en la sala principal del hotel, sentada en un sillón y el chico casi de mi edad con sus "instrumentos", al frente.

—Esto —le mostré la imagen a través de mi celular.

Ya había elegido lo que me pegaré a mi piel. Posiblemente muchos habrían dicho "Hey, qué patriótica", pero creo que era la única imagen que encontré para que no me arrepienta más adelante.

—Bueno, entonces empezaré. ¿En qué parte?

—Aquí —señalé mi clavícula, entre mi cuello y mi hombro. Era algo pequeño y disimulable.

—Okey, solo relájate. No dolerá.

"No dolerá", mentira. A la tercera punzada creí que me daría hemorragia en cualquier momento. Ya no había vuelta atrás.

Me quedaba fingir que estaba todo perfecto. Solo miraba al techo mientras el chico marcaba mi piel, por ratos arrugaba mi nariz como forma de liberar el dolor de las punzadas.

Habían pasado unos cuantos minutos, y sentí a alguien ubicarse a mi costado.

—Tranquila —dijo a lo bajo cerca de mi oído. Bajé mi vista del techo y lo miré—. También, ¿quién te manda a hacértelo en la clavícula? —sonrió el italiano.

FUE UN ERROR© |Completo✓|(Inspired by Gianluca L.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora