Capítulo 2

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Camino como un gato cuando va a atacar a su presa decidido por tenerme en sus brazos, coloco sus manos en mi rostro y me dio un profundo beso el cual respondí sin objeción estaba tan decidida a amarlo hasta que la muerte me llevara que no quería desperdiciar ni un segundo de su amorosa compañía, lo besé con mas necesidad, mi lengua buscaba la suya y danzaban en una melodía perfecta. Separo nuestros rostros aun con sus manos en mi cara y sus ojos me miraron – estas muy cansada o ¿le puedo hacer el amor a mi mujer? – lo amaba con locura

- Definitivamente le puede hacer el amor a su mujer que lo ha extrañado como una condenada todo el día y créeme que mis hormonas son insaciables – dije y el me miro sonriendo de lado y dejando ver su picardía, tomo mi mano y nos dirigió al cuarto al llegar dejo la puerta abierta y la luz encendida me miro y se comenzó a desnudar frente a mí.

Instintivamente mis manos viajaron hasta los botones de mi vestido desabrochando los 3 primeros botones y sacando mis senos, mientras que sus ojos no se despegaban de los míos, ya se había quitado su camisa y sus zapatos y yo seguía acariciando la punta de mis pezones y mordiendo mi labio inferior, se deshizo rápidamente de su pantalón y su bóxer; comenzó a desvestirme completa.

Podía ver lo duro que tenía su miembro y como me devoraba con su mirada, quito mis bragas y me quito el vestido de una pieza, dejando solo mi sujetador, comenzó a subir besando mis muslos y mi vientre, se detuvo en mis senos; tomo uno con su mano y lo comenzó a chupar y con la otra jugaba y tiraba de mi otro pezón

- Aaah – mis gemidos comienzan a inundar toda la habitación.

Cierro con fuerza mis ojos y sus labios se deslizan por mi pecho hasta mi cuello dejando besos por cada parte que recorren y yo no puedo retener los gemidos que se escapan de mi boca, siento que estoy muy mojada y caliente lo necesito adentro, juega con mi oreja dándole besos, chupándola y mordiéndola a lo que yo respondo enterrando mis uñas en sus hombros para afianzar mi agarre, siento que mis piernas no lo soportan más. Al abrir mis ojos me encuentro con la mirada penetrante de juan que se engarzó con la mía.

- ¡Juan!... ¡juan!... - le suplico que me de lo que necesito.

El para sus caricias y me mira fijamente sus pupilas están muy dilatas y siento lo excitado que esta - ¿qué quieres mamacita? – me dice casi en un rugido

- Te necesito a ti – lo digo tomando entre mis manos su ya muy duro miembro y lo comienzo a rozar lento pero firme.

Me toma delicadamente colocándome en la cama la tensión sexual no ha disminuido y sus ojos me miran con mas deseo, me giro colocándome en cuatro para darle mejor acceso a mi intimidad sin que nos estorbe el vientre.

Juan soltó un bufido e hizo un ligero movimiento de caderas y respiré hondo para sofocar un gemido al sentir como me penetraba con tanta necesidad.

—Sí, así—murmuró el con suavidad—. O... ¿así?

—Mmm —musité. Río, pero siguió haciéndolo.

Sus manos bien sujetas a mi cadera hacían cada embestida más dominante, los pequeños quejidos y los gemidos inundaban toda la casa.

— Juan... Juan... Juan – no podía parar de repetir su nombre, cerré mis ojos con fuerza.

Supo que llegaba al orgasmo justo antes de sentir mis contracciones en su sexo y de percibir mis gemidos desgarrados de mi garganta. Apreté los dientes, y él se aferró a mis muslos como si de una tabla de salvación se tratara, Juan se dejó ir. Me deshacía en espasmos. los dos jadeamos, exhaustos.

Me giré y me recosté en la cama de lado mientras él se tumbaba a mi lado y colocaba su brazo debajo de mi cabeza, podía sentir lo sudados que estábamos y como no podíamos controlar nuestras respiraciones, el se giro y me miro, colocando su mano en mi abultado vientre.

- Gracias – sus ojos eran compasivos y sentía que había suplica en su voz

- ¿Como que gracias amor? -

- Si gracias, por ser mi mujer perfecta, por ser la mamá de este hermoso hijo que me darás y por ser mi compañera fiel -

- Pues en ese caso también gracias por ser el hombre amoroso, dedicado, responsable y comprensivo, por dedicarte a tu familia y esforzarte todos los días por nosotros tres –

Volvió a tomar mis labios, pero esta vez fue lento, tierno, amoroso casi una súplica, como si esto fuera un sueño y yo fuera irreal.

- Eres el mayor tesoro que tengo - y con esa frase me envolvió en sus brazos y yo me quede dormida.

No se bien que hora era, ni a que hora nos dormimos solo sentí unas fuertes ganas de orinar que me despertaron, vi el hermosos rostro de mi marido profundamente dormido, me zafe de su agarre como pude y me levante para ir al baño; no le vi problema el caminar desnuda por nuestra casa, ni siquiera me coloque las sandalias de lo adormilada que estaba y llegue al baño y por inercia me senté, hice mis necesidades y al lavarme las manos un gruñido proveniente de mi estomago me recordó que nos habíamos ido a dormir sin cenar y baje las escaleras hacia la cocina en busca de algo para comer, pero cuando estaba por abrir la nevera sentí como un liquido tibio escurría por mi pierna y sentí el alma en los pies y mi mundo entero se detuvo.

La Plebeya (BOOK ONE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora