Capítulo 9~ Pasados que deberían estar enterrados

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—Buenos días, Ollie —dicen Audrey y Kiki a la par

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—Buenos días, Ollie —dicen Audrey y Kiki a la par.

Les dediqué una sonrisa mientras cerraba la puerta de mi dormitorio y me acercaba a ellas para saludar.

—Buenos días, chicas.

—¿La pesada de tu compañera no viene con nosotras? —pregunta Kiki alejándose de la pared y mirar con recelo la puerta detrás de mí.

Negué con la cabeza.

—No, ella salió bastante temprano. Creo que iba a correr o algo así —digo con un gesto dudoso. Pues ella no dijo nada cuando se marchó, solo pude ver que llevaba un atuendo deportivo y como tomaba su bolso antes de irse.

Mhm, ya veo...

Sonreí ante la mueca de decepción que Kiki hace, y las tres comenzar a caminar por el corredor hasta el ascensor.

—¿Y las cosas entre ustedes si mejoraron después de que nos fuimos? —pregunta Audrey a lo que yo respondo afirmativamente con un gesto de cabeza.

—Sí, estuvimos hablando un poco y no resulto ser tan malo. Creo que solo es cuestión de tiempo para adaptarnos a las costumbres una de la otra.

—Eso es bueno.

—No lo sé... —Kiki niega poco convencida antes de mirarme— Tú solo dime si necesitas que saque mi bate de béisbol y lo usemos en su contra, Ollie.

Emití una risa suave.

—Claro, te avisaré en cuanto necesite apoyo extra.

Ella asiente firme y orgullosa. Audrey niega con un resoplido, ocultando una pequeña —no del todo desapercibida—sonrisa.

Salimos entre charlas animadas de la residencia y nos dirigimos hacia el comedor universitario, después de que Audrey nos mostrara brevemente el campus, el cual me sorprendió por la cantidad de edificios y servicios de los que disponía. Contando con un gran campo de césped, un parque, una biblioteca amplia, un gimnasio, canchas deportivas para varios deportes, varias cafeterías y muchos otros establecimientos que decidimos omitir cuando nuestros estómagos comenzaron a rugir de hambre.

—¡Chicas! —Una voz familiar nos llamó desde una mesa a pocos metros. Era Luke, con una sonrisa entusiasta y agitando levemente la mano para que nos acerquemos—. Por aquí.

Con una sonrísa nos acercamos a él.

—¿Cómo amanecieron? —pregunta.

—Con las tripas vacías —dice Kiki adelantándose antes que Audrey yo pudiésemos responder y vernos reir de su gesto quejico por el hambre.

—Bueno, mejor ir haciendo la fila para pedir. Oye, Au... —él apunta la mesa vacía a su lado — Aparte el mismo lugar de siempre para nosotros.

—Genial.

Te amaré hasta mi último alientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora