Capítulo 36~ Pesadillas turbulentas

391 48 13
                                    

—Buenos días, Selene

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Buenos días, Selene...

Mis párpados se abren poco a poco, divisado la figura inesperada al lado de mi cama, con su cuerpo ligeramente inclinado hacia mí y sosteniendo su cabeza con una mano, observándome con una expresión que no logro descifrar. Al principio, la confusión me invade, pero conforme mis sentidos despiertan y mi visión se aclara, una chispa de reconocimiento se enciende en mi mente. Tardo un momento en asimilarlo, y cuando finalmente caigo en cuenta de quién es, mi asombro se eleva a un nivel completamente nuevo.

—¿Ollie?

Curva sus labios en una sonrisa de medio lado, fascinante pero también inquietante, capas de iluminar todo su rostro. Permaneció en silencio, sin apartar sus ojos azules mí.

—¿Qué haces aquí...? —pregunto, sin poder salir de mi asombro.

Sus rasgos adquieren una seriedad que me desconcierta.

—Has sido tú quien me ha traído aquí, ¿ya lo olvidaste? —su voz suena mecánica, pronunciando las palabras de manera rápida y precisa—. No has hecho otra cosa más que estar obsesionada conmigo últimamente. Era de esperarse que estuviese aquí.

—¿Qué cosas dices? No he sido yo quien te trajo aquí —digo, con una mezcla de incredulidad e indignación, frunciendo el ceño ante su acusación.

—Sigues repitiéndote eso, pero sabes que estoy aquí porque fue tu obsesión lo que me arrastro hacia ti. Tu deseo de verme es tan intenso que no puedes evitar querer tenerme cerca, Selene.

Avergonzada con sus palabras, aparté el rostro, pero tras un momento de reflexión, me encontré sacudiendo la cabeza repetidamente, incrédula y confundida a más no poder. No tenía sentido; Ollie seguía en casa de su familia y las clases todavía no habían comenzado. Era imposible que ella estuviera aquí...

Nada de esto tenía sentido.

Giré hacia el lado derecho de la cama, buscando la mesita de noche y sobre ella mi reloj eléctrico. La fecha, en dígitos pequeños por debajo de la hora y con luces rojas e hipnóticas, me mostraron un tiempo que no coincidía con el presente.

No podía ser, ¿Qué estaba pasando?

—Selene... ¿Acaso no lo entiendes? —pregunta de forma burlona—. No quiero tener nada que ver contigo. Todo sería mucho mejor si solo me dejarás en paz.

La miro al rostro, apretando los dientes con impotencia. Ollie sonríe con malicia, sus ojos brillando con una chispa de crueldad que despierta un profundo resentimiento en mí.

—Entonces, ¿por qué sigues aquí?

Eleva su mentón, sin apartarme la mirada de encima. Sus facciones ahora eran completamente inexpresivas e incluso rígidas, pero sus ojos azules... Sus ojos no hacían otra cosa más que burlarse de mí.

Te amaré hasta mi último alientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora