Capítulo 2~ Un futuro brillante por delante, un pasado oscuro detrás

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Estiro los brazos en un intento fallido de tocar el techo mientras miro por la ventana de mi habitación

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Estiro los brazos en un intento fallido de tocar el techo mientras miro por la ventana de mi habitación. El sol de la mañana atraviesa el cristal con un destello impresionante, y sus colores naranjas asomándose sobre la casa del frente hacen que el amanecer sea aún más hermoso, provocando un ligero daño a mis ojos al apreciarlo. Una gran sonrisa se dibuja en mi rostro al escuchar el calmante silencio de nuestro nuevo vecindario.

Sin duda la mejor decisión que pude tomar fue rentar esta casa.

Se me escapa un bostezo y con una mano intento atraparlo, sintiendo cómo ligeras lágrimas llenan mis ojos. Vuelvo a dar un pequeño estirón de brazos, lista para comenzar el día.

Antes de salir por la puerta me detengo a medio camino, buscando con la mirada mi celular sobre la mesa de noche que a simple vista no encontré, pero después de acercarme y rebuscar entre muchas cosas logra aparecer debajo de unas pantis negras; probablemente siendo las que me cambié anoche. No estaba segura.

Al echar un vistazo alrededor, no pude evitar darme cuenta el desastre que tenía como habitación.

Mucha ropa tirada por aquí y allá daban color al suelo blanco arena y alfombra celeste, tazas de café vacías reposaban sobre el pequeño escritorio junto a la ventana, rodeadas de envolturas de golosinas y mi laptop. Es que incluso la cama, que a pesar de ser grande, estaba cubierta de prendas desordenadas, sorprendiéndome de cómo había logrado entrar en ella.

Pero lo que más me decepciono de mi misma, fue mirar hacia la ventana que tenía como agregado un pequeño muro donde algunas macetas de plantas lo adornaban. Plantas... Que se encontraban ya, marchitas.

No me pertenecían.

Recuerdo que las encontré en la habitación cuando renté la casa hace un par de meses, solo que al recordarlas estas estaban vivas y hermosas. Así que asumo la responsabilidad de haberles descuidado y dejarlas morir.

Algo que no es extraño ya que todo lo vivo que permanece a mi lado, tarde o temprano termina por alejarse o en los peores casos... Marchitándose.

Con una expresión escéptica, encendí la pantalla de mi móvil y luego, con un gesto burlón, lo arrojé sobre la cama.

—Supongo que a los pocos que les puedo importar, ya están viviendo bajo mi mismo techo.

Mientras me sumergía una vez más en mis recuerdos pasados, sentí la necesidad de tocar la pequeña cadena de oro contra mi pecho y me di cuenta de que estaba descubierto al igual que mis dos bebés. Una cómoda costumbre al querer dormir solo en pantis.

Fuí por una camisa al armario para ocultar mi desnudez antes de salir de la habitación.

Vayamos a ver como amanecieron mis chicas hoy...

Tarareando la canción en mi mente que anoche escuche una y otra vez en un intento de conciliar el sueño me dirijí al comedor, asegurando ser mi compañera por el resto del día. Pero una pesadez en todo el cuerpo y un fuerte mareo me sacuden entera, tambaleandome y obligandome apoyar mis manos de la pared ante la perdida de equilibrio.

Te amaré hasta mi último alientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora