Perfecto Desastre © #1 [+18]

Capítulo 7

Capítulo 7
[Hagamos un trato]

Aisha Hansley

Ha pasado solamente una hora de clase y siento como si hubieran sido cinco. Estoy completamente aburrida, tanto que ya llené dos páginas de mi cuaderno con garabatos sin sentido.

Arthur me ha estado pinchando con el dedo índice en las costillas para que así cada que esté a punto de dormirme automáticamente despierte y me mantenga así, porque ambos sabemos que nuestro profesor es un ogro malhumorado. Y no me iría nada bien si el profesor se llegase a percatar de que me estoy quedado dormida en su clase.

Afortunadamente, la clase por fin terminó, odio que sea de tres horas, lo bueno que únicamente recibo dos días esta asignatura. Los lunes que es de dos horas y los martes de tres.

Los lunes por lo general son odiosos para casi todas las personas, digo casi, porque al menos para mí no lo son tanto, lo fueran si tuviera que soportar a ese señor un lunes de 7 am - 10 am, eso sin duda sería un verdadero tormento.

Fui a la cafetería. 

La fila de la cafetería estaba avanzando muy despacio, tanto que estaba comenzando a desesperarme.

¡Hasta una tortuga avanzaría más rápido!

— Pues, ¿qué tanto es lo que compran estos chicos que no se apresuran? — murmuré, impaciente, estirando mi cuello para ver si había algún avance y nada, ninguno.

— Son exactamente igual que tú, glotona. Tú también compras comida como si el mundo fuera a colapsar en un par de horas — susurró alguien cerca de mi oído derecho.

Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, al girarme me encontré con la cara de Dylan muy cerca de la mía, tardó unos segundos en reaccionar y la apartó.

Este chico no deja de sorprenderme.

— ¿Qué haces aquí? — pregunté.

— ¿En la cafetería? ¿Dónde venden comida? No lo sé, tú dime — habló sarcásticamente.

Sin duda, me acabo de ver como toda una completa idiota tras haber preguntado eso.

— Sí, no eres el tipo de persona que vendría aquí solo por un... ¿Qué? ¿Un sándwich? Porque, por lo que he notado, no te gusta rodearte con muchas personas y aquí hay muchas — señalé a nuestros alrededores.

— Yo también estoy vivo, Aisha, necesito comida al igual que toda esta gente, ¿sabes?

Me di la vuelta, cruzándome de brazos, fingiendo estar molesta con él. Al menos, ahora sí avanzaba más la fila.

— Vamos, Aisha, no te molestes.

— No estoy molesta.

— ¿Ah, no?

—No.

Y entonces llegó mi turno de ordenar.

Había demasiada variedad de comida, ahora entiendo por qué la mayoría siempre se tarda en escoger. Es casi imposible cuando todo se te antoja, así que más vale que ya traía en mente lo que iba a ordenar.

— Buenos días, ¿qué va a ordenar, señorita?

—Buenos días. Ehm... Dos caffe latte, dos Sándwich de ensalada de pollo y aguacate, y un tres leches, por favor. Ah, y unas papas fritas con salsa de gremolata.

— ¡Ja! Y luego niegas ser una glotona — menciona Dylan, burlón.

— ¡No soy una glotona! Además, no todo es mío, Arthur me pidió el favor de que le llevara comida mientras él se encargaba de apartar asiento para la siguiente clase. Es difícil conseguir asiento en esa clase debido a que son muchos los que la reciben.