Capítulo 34

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Capítulo 34
[La muerte es un enemigo poderoso]

Dylan Beckett

— Traje golosinas para la noche de películas — dijo Oliver, cerrando la puerta.

— ¿Qué pasa? — preguntó Arthur, preocupado. Me quitó el celular de las manos y al ver la foto, su cara se llenó de terror y angustia.

— ¿Por qué esas caras? ¿Pasó algo grave? — preguntó Oliver, acercándose.

Arthur con las manos temblorosas le mostró foto a Oliver, — ¿Qué? Esto debe ser una broma, ¿verdad? Ellos... no pueden... No, ellos no — su mirada se había tornado triste y afligida.

— Juro que si Noah le hace algo a Aisha o a Alan, será lo ultimo que hará en su vida — me dije a mí mismo.

— ¡Debemos rescatarlos! — dijo Oliver, muy preocupado.

— ¡Sí, tenemos que hacerlo! — le siguió Arthur, quien parecía que en cualquier momento se soltaba a llorar como un niño pequeño.

— Y lo haremos — dije con firmeza, aunque claramente se podía notar el miedo y la preocupación en mi rostro.

Todo esto es mi culpa, jamás debí aceptar venir aquí y fingir que nada pasó. Fui un imbécil por creer que podía dejar el pasado atrás, cuando es obvio que siempre me perseguirá. Noah debe habernos estado vigilando desde hace mucho tiempo para que supiera de nosotros o al menos para que supiera de las personas que me rodean.

— Tú — señalé a Arthur —, préstame tu computadora. Yo no traje la mía porque se suponía que veníamos de vacaciones, pero sé que tú sí la trajiste, ¿o me equivoco? — Arthur negó con la cabeza, corrió hacia su cuarto en busca de ella.

— ¡Aquí tienes! — me la entregó, jadeando —. ¿Para qué la quieres? — frunció el ceño, desconcertado.

Ignore su pregunta y encendí la computadora, tenía que encontrarlos a como diera lugar.

— Oliver — le llamé y él rápidamente giró su cabeza hacia mí — ¿Alan aún tiene puesto el anillo?

— Supongo que sí, desde que los compramos jamás se lo ha quitado.

— Espero lo tenga puesto ahorita — murmuré con la mirada fija en la computadora.

Hace aproximadamente un año compramos un juego de cuatro anillos inalámbricos, modifiqué un poco su sistema y logré que su ubicación fuera mostrada en tiempo real. Lo hice por si alguna vez uno de nosotros se perdía en algún lugar y cuando digo uno de nosotros me refiero a Oliver.

— ¿Piensas rastrearlos? — Oliver preguntó lo obvio.

— Sí, cerebro de nuez.

— Sus teléfonos deben de estar apagados o peor aún, se los quitaron y los arrojaron a la calle — argumentó Arthur, angustiado.

— No los rastrearé por medio de sus teléfonos, pero sí a través de esto — levanté la mano derecha donde llevo el anillo. Y Oliver hizo lo mismo.

— No entiendo nada — se quejó Arthur —. ¿Qué tienen que ver unos simples anillos con la localización de mi mejor amiga y de Alan?

— No esperaba que lo entendieras, solo te lo decía por... No sé, da igual.

Ingresé los últimos algoritmos que faltaban para que la computadora hiciera su trabajo y así pudiera encontrarlos más pronto. No iba a quedarme sentado a esperar que el imbécil de Noah me llamara o me mandara un mensaje cuando se le diera puta gana.

Perfecto Desastre © #1 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora