Perfecto Desastre © #1 [+18]

Capítulo 35

Capítulo 35
[Una nueva vida en camino]

Aisha Hansley

Nuestra semana de vacaciones se convirtió en una verdadera tragedia, todo fue un terrible caos y, después de ese día, nadie quería probar bocado. Todos estábamos en shock, pero el que más devastado estaba con toda esta situación, era Dylan.

El día que Mónica abandonó este mundo, fue el día que Dylan perdió sus sentimientos. Él se había convertido en un cascarón vacío, en alguien que no sentía ningún tipo de afecto por los demás.

Noah falleció minutos antes de que llegara la ambulancia, la herida había perforado varios de sus órganos vitales, ya que fueron más de tres las heridas que perforaron su estómago. 

Cuando llegó la policía, creí que nos iba a arrestar a todos, pero no fue así, ya que la tía de Dylan testificó que Noah las estaba amenazando a ambas, a Mónica y a ella, por eso no podían decir nada a nadie ni a la policía.

Shelly era tía de Dylan, era hermana de Mónica y, cuando me enteré, me sentí la peor idiota de todos los tiempos.

Después del funeral de su madre, Dylan se encerró en su habitación y no quiso ver a nadie ni a mí, ni a Oliver ni a los demás. Oliver estaba muy preocupado por Dylan, él ya había visto esta versión de Dylan y le aterraba que él volviera a recaer en lo mismo.

Prometimos no mencionar nada de lo que pasó a nadie. En nuestras casas nadie tenía por qué enterarse de esta tragedia. Oliver llamó al señor Beckett para que viniera a ayudar a su hijo, ninguno de nosotros podía hacer nada, por lo que él era nuestra última esperanza.

Arthur y yo regresamos por cuenta propia a Londres, ambos estábamos muy afectados por lo que pasó y no queríamos causar más angustia entre los demás. Cuando llegué a casa escuché a mis padres discutir a puros gritos.

— ¡Luis, no me dejes hablando sola! — gritó mi madre en el segundo piso.

— No quiero hablar contigo, Verónica. Siempre es lo mismo contigo todo el tiempo. Tú solo piensas en ti misma, jamás piensas en tus hijos o en mí. Tu prioridad siempre será tu trabajo — escuché decir a mi padre muy molesto.

— ¡Eso no es verdad! — mi madre alzó aún más la voz.

— ¡Qué no es verdad! ¿Estás segura de eso?

— Tú piensas que la mala del cuento soy yo cuando no es así, para ti todo ha sido más fácil, yo he tenido que sacrificar varias cosas para salir adelante mientras que tú no.

— Nunca te pedí que sacrificaras algo para poder cumplir tus sueños, siempre te ofrecí mi ayuda.

— ¿Alguna vez has reflexionado sobre cómo me sentiría si todo lo que tengo fuera porque tú me lo has dado y no porque me lo he ganado con mi propio esfuerzo?

— ¿Por qué mi ayuda te parece tan desagradable? ¿Acaso no es lo mismo que, cuando otros inversionistas invierten en tu empresa?

— ¡Al fin llegaste, Ishi! — dice Adam, quien está en el sofá comiendo helado.

— ¡Déjame sola! — gritó mi madre.

— ¿Hace cuánto...? — pregunté, mirando hacia el lugar de donde provenían los gritos.

— Dos horas — Adam lamió la cuchara y giró los ojos.

— ¿Qué? ¿Dos horas? — inquirí, desconcertada.