Capítulo 23

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Mini maratón 1/2

Capítulo 23
[El regalo prefecto para Ellen]

Mi mejor amigo y yo nos la hemos pasado de tienda en tienda y aún no he encontrado nada. Hasta el momento, Arthur fue el único que encontró qué regalarle a Ellen. Yo, por el contrario, aún no me he decidido. Me han gustado muchas cosas, pero yo quiero que mi regalo hacia ella sea algo muy especial.

De lo que sí me alegro es de que Arthur en estos momentos está un poco más tranquilo y distraído de todos los problemas que abordan en su casa y aún más con lo de la enfermedad de su madre.

Entramos a una tienda de artículos artesanales modernos. La verdad, que había cosas muy bonitas, lo que más me había llamado la atención eran los cactus con lucecitas de neón verdes.

Quería uno para mi habitación y lo iba a tener.

Salí de la tienda muy feliz con mi cactus, que de hecho, era una lámpara decorativa.

Iba caminando feliz, dando saltitos como un pequeño conejo. Bueno, no tan literal.

La cuestión es que parpadeé como estúpida al darme cuenta de que Arthur no estaba al lado mío, me giré hacia todos lados para buscarlo. Y ahí estaba... comprándose un algodón de azúcar. Había un pequeño puesto cerca de la tienda artesanal.

Al menos se le subieron un poco los ánimos y sus ojos brillaron de entusiasmo cuando le entregaron el algodón de azúcar.

Arthur sonríe, divertido, y me quedo mirándolo fijamente mientras se acerca hacia mí.

— Creí por un momento que tendría que poner un anuncio para encontrarte.

— Ibas tan feliz con tu cactus que ni siquiera escuchaste cuando te dije que me esperaras, dado que iría por esto — señala su algodón.

Suspiro.

— Bueno, puede que haya estado un poco distraída.

— ¿Un poco? Casi chocas con una abuelita si yo no te hubiese apartado. Estoy seguro de que tampoco te diste cuenta de eso, ¿verdad?

— Pues no — sonreí.

— Me lo imaginaba.

— Y bien, ¿hacia qué tienda vamos ahora?

— Vamos... — recorrí los locales con mi vista —. A esa — señalé la joyería.

— ¿Estás segura, don cangrejo? — enarcó una ceja, sonriendo, divertido.

— Sigue llamándome así y haré que tú pagues.

— ¿Y yo por qué?

— Por llevártelas de chistosito.

— Vale, perdón.

— ¡Así que, vamos! — le exigí.

Mientras nos dirigíamos a la joyería se me ocurrió que en vez de regalarle un collar, podría mejor comprar dos brazaletes a juego de mejores amigas, también podría pedir que grabaran nuestras iniciales. No era una mala idea, ¿o sí? Yo creo que no, así que no pierdo nada con dar un vistazo, quien sabe y encuentre algo todavía mejor.

Entramos a la joyería y la figura que se encontraba de espaldas frente al mostrador se me hacía conocida. De repente recordé que era la misma silueta que había visto en la heladería el primer día que vine al centro comercial.

¿Acaso ese que está frente al mostrador no es Dylan?

Lleva una sudadera negra y tenía puesta la capucha, con ese atuendo cualquiera pensaría que es un ladrón, pero por la marca y calidad de su ropa es que no lo confunden con uno.

Perfecto Desastre © #1 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora